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Hungría intensifica la retórica contra las sanciones en vísperas de su renovación

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La ampliación de las sanciones de la UE no debería ser automática, según el Gobierno húngaro, en unas declaraciones que amenazan con desbaratar la reacción colectiva del bloque a la guerra de Rusia contra Ucrania.

Hungría ha redoblado sus críticas a las sancionesde la UE a Rusia a medida que se acerca el plazo crucial para renovar las restricciones, lo que aviva el temor a que el régimen punitivo, elaborado minuciosamente a través de 15 paquetes diferentes, pueda deshacerse pronto. Las sanciones sectoriales impuestas por el bloque a Moscú por invadir Ucrania incluyen amplias prohibiciones al comercio de energía, tecnología, finanzas, artículos de lujo, transporte y radiodifusión, y la congelación de 210.000 millones de euros en activos del banco central ruso dentro del bloque.

Pero deben prorrogarse cada seis meses, y la próxima fecha límite es el 31 de enero. La UE necesita el apoyo unánime de sus miembros para continuar con las sanciones, pero Hungría ha aprovechado el momento para, una vez más, cuestionar si el régimen es eficaz y pertinente, y argumentar que la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EE.UU. crea un nuevo contexto político.

«Las sanciones contra Rusia han hecho más daño a Europa que a Rusia (…) las sanciones que hacen más daño a los que las imponen que a los sancionados no tienen mucho sentido», ha declarado este jueves a la prensa Gergely Gulyás, miembro del gabinete de Gobierno húngaro. «Por eso siempre hemos defendido el fin de la política de sanciones lo antes posible».

Gulyás dijo que la intención declarada de Trump de buscar negociaciones directas con el presidente ruso, Vladimir Putin, merecía una reflexión más amplia sobre la política a largo plazo del bloque, y el método por el cual las sanciones se renuevan cada seis meses. «Por el momento, tenemos que discutir la cuestión con nuestros aliados europeos, con los miembros de la Unión Europea, en vista de la nueva situación», dijo Gulyás.

«Hasta ahora, todo el mundo consideraba automática la prórroga de las sanciones, pero no creemos que ahora sea automática». Sus comentarios se produjeron dos días después de que el primer ministro Viktor Orbán publicara un post en las redes sociales en el que denunciaba las «sanciones urdidas por los burócratas de Bruselas. ¡Ha llegado la hora del cambio!» escribió Orbán.

Ni Orbán ni Gulyás dijeron qué votará el Gobierno cuando llegue el momento de renovar las restricciones. Se espera que las reuniones de los embajadores de la UE el viernes y de los ministros de Asuntos Exteriores el lunes ofrezcan una imagen más clara de la postura de Budapest.

Mucho en juego

Un factor clave podrían ser las recientes declaraciones de Trump, que amenazó con «altos niveles de impuestos, aranceles y sanciones a todo lo que venda Rusia» si Putin se niega a sentarse y llegar a un acuerdo con Ucrania. «Podemos hacerlo por las buenas o por las malas», dijo Trump el miércoles. Un veto húngaro implicaría el colapso de las sanciones más duras que la UE ha impuesto al Kremlin como reacción a la invasión de Ucrania. Orbán ya ha utilizado su derecho de veto para obtener concesiones, pero nunca para lograr un cambio tan radical.

El año pasado, la UE y EE.UU. establecieron un préstamo extraordinario multimillonario para Kiev, respaldado con el producto de los activos congelados del banco central. El levantamiento de las sanciones podría suponer la quiebra del préstamo y la responsabilidad financiera de los aliados occidentales. Preguntada por este escenario, la Comisión Europea declinó adelantarse al debate entre los ministros de Asuntos Exteriores y subrayó que las sanciones estaban diseñadas para garantizar que Rusia «pague por todos los crímenes».

«La narrativa de que Rusia es fuerte no se sostiene. Lo acabamos de ver en Siria», dijo un portavoz, en referencia al derrocamiento de Bashar Al-Assad, estrecho aliado de Putin. Además de Hungría, Bruselas vigila de cerca a Eslovaquia, cuyo primer ministro, Robert Fico, se ha enfrentado al presidente Volodímir Zelenski por la decisión de Ucrania de interrumpir el tránsito de gas ruso. A principios de mes, Fico amenazó con utilizar su derecho de veto en represalia por la decisión, sin especificar cómo. Esta semana recibió a Orbán en una reunión bilateral en Bratislava. Los dos líderes reafirmaron su negativa a aceptar a Ucrania como miembro de la OTAN.

Tanto Orbán como Fico mantienen una comunicación abierta con el Kremlin, y cada uno de ellos ha volado a Moscú para reunirse cara a cara con Putin, lo que ha provocado su indignación.

Fuente:es.euronews.com

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