Opinión
Cronistas Digitales: la ciudad que miramos en las redes

Rosalía Guerrero Escudero
¿Alguna vez has visto una fotografía de tu ciudad en Facebook y sentido que, de pronto, la miras con otros ojos? Hay muchas situaciones que pueden pasar alrededor de ese sentimiento, la calidad de la imagen, la estética de la misma, el punto de vista desde donde fue tomada, tu situación actual respecto a tu ciudad de origen o la relación que hayas tenido con ese espacio urbano.
Basta una imagen en Facebook para que calles que antes pasaban desapercibidas cobren vida, para que un mural, una plaza o incluso un embotellamiento se conviertan en parte de una memoria compartida.
Existen muchos análisis en torno a las imágenes que se comparten en redes sociales, pero en este caso, quiero hablarte de cómo, a través de capturar calles, plazas y murales que no solo muestran el espacio urbano, sino también las emociones y conflictos que ahí se viven: desde el orgullo por la arquitectura hasta la frustración por el tráfico y el abandono de algunos barrios, los usuarios de redes sociales nos convertimos en cronistas digitales, los cuales construyen la imaginabilidad urbana.
El concepto de imaginabilidad, planteado por el urbanista Kevin Lynch, se refiere a la capacidad de un espacio para generar imágenes mentales claras y significativas en quienes lo recorren. En palabras simples: ¿qué tan fácil es para nosotros reconocer, recordar y sentirnos parte de un lugar? Hoy, con la omnipresencia de internet y los teléfonos inteligentes, esta experiencia se amplifica en entornos virtuales. Las calles y plazas que transitamos a diario también las “visitamos” en Facebook, Instagram, entre otras redes sociales, donde se acumulan miles de fotografías que funcionan como crónicas colectivas de la ciudad.
Además, estas fotos, cargadas de comentarios y reacciones, alimentan una memoria colectiva que mezcla lo real con lo simbólico. En estas publicaciones se mezcla lo cotidiano y lo extraordinario: un paseo ciclista nocturno, el caos vial provocado por el mal estacionamiento, el atardecer en la Plaza Juárez o la celebración del Día de Muertos en los panteones. Cada imagen abre un diálogo: los usuarios comentan, critican, celebran y reinterpretan lo que significa vivir su ciudad.
Con ello también construyen identidad. Espacios como la Plaza Juárez o el Parque Pasteur aparecen en las redes como puntos de encuentro donde la vida cotidiana se mezcla con lo cívico y lo lúdico. Al mismo tiempo, la estética del exceso propia de las redes —luces, filtros, contrastes— transforma la ciudad en un escenario casi cinematográfico.
Sin embargo, la pantalla funciona como un simulador: nos permite observar y opinar, pero no necesariamente involucrarnos en transformar el espacio que retratamos. Aun así, estas narrativas colectivas tienen un valor enorme: son testimonio de cómo la gente percibe y vive su ciudad en el siglo XXI. Así, la ciudad se construye entre contrastes: lo bello y lo deteriorado, lo funcional y lo caótico, lo íntimo y lo colectivo.
Estos análisis de la cultura visual que se expone en el ciberespacio, invitan a reflexionar: ¿miramos la ciudad tal cual es o como la imaginamos a través de una pantalla? En este cruce entre lo virtual y lo real, la ciudadanía encuentra nuevas formas de narrarse y, quizás, de cuestionar su propio papel en el cambio urbano.
¿Y tú? ¿Qué imagen de tu ciudad compartirías para contar quiénes somos?