Opinión
Biblia y Cristo cuestionados
Economía Versus Política
César Peña *
Cuando el etólogo y biólogo evolutivo Richard Dawkins hizo la más férrea crítica al Jesucristo bíblico, afirmando en su libro “El Espejismo de Dios”, que se trataba de un Dios iracundo, misógino, machista, misántropo, egoísta, bipolar, racista y limpiador étnico, no sólo estaba abriendo la puerta a una ola de críticas de los religiosos conservadores y fanáticos, sino que aportó una de las primeras críticas científicas totalmente organizadas y desprovistas de algún interés moral, sobre el contenido de la Biblia y su principal figura; el Dios judeocristiano.
Desde que el cristianismo existió, allá por el año 328 con el emperador Constantino, creó una gran fábrica de ateos y críticos que no dejaron de ver los excesos y las atrocidades que se hacían en nombre de una ideología que ni era infalible y de un Dios que lo menos que tenía es ser perfecto ni menos amoroso.
Las manos se las llenó de sangre con las Cruzadas y luego con la Inquisición, la persecución de disidentes, los abortos y abusos en los monasterios. El protestantismo tuvo en Lutero y Calvino también a persecutores y asesinos de “brujas”, es decir, a refinados machistas que hicieron lo mismo que el Santo Oficio con otra denominación pero al servicio del mismo Dios y con el mismo estandarte.
Casi siempre, muchos de los detractores y hasta los mismos cristianos críticos, decían que todo lo malo que se hacía, eran los autores los hombres, queriendo siempre salvaguardar la imagen presuntamente pura y perfecta de un Dios al que se le quería endilgar todo tipo de milagros, sapiencia y poder.
Ya Voltaire, Marx, Nietszche, Schopenhauer y otros más comenzaron a exhibir las debilidades del discurso bíblico, algunos respetando la misma figura del Cristo con más o menos cierto éxito y siempre poniendo a la institución por los suelos, en los tiempos en que la decadencia era la moneda de cambio y los escándalos de corrupción moral saltaban por uno y otro lado en el Papado.
Ya en los tiempos modernos, el análisis más profundo y serio, calando en lo más profundo de la Biblia, presenta a un Jehová lleno no sólo de defectos, sino profundamente irracional, con pasiones tan bajas que ni siquiera los humanos más imperfectos las aceptarían o realizarían. La limpieza étnica, la muerte a todos los seres que no lo adoren o que no sigan sus reglas como en Sodoma y Gomorra o el Diluvio, son signos de un ser rencoroso y criminal al que no le importa matar niños, ancianos, animales o la propia flora y fauna.
Dawkins, uno de los llamados “Jinetes del apocalipsis”, junto a Christopher Hitchens, Daniel Dennett y Sam Harris, es parte de esa nueva camada de críticos que pulverizaron cualquier dejo de intocable de la figura de Cristo y exhibieron todo lo nocivo que existe en esta deidad mítica que aún sigue rigiendo la vida de millones de personas. No sólo fue desacralizada su figura, sino destrozada analíticamente dejando ver miles de cosas que antes quizá sólo intuíamos tímidamente quienes no creemos en este Dios ni en este culto.
Un paso gigante lo dio igualmente el español Salvador Freixedo, quien superó con creces al espantado Miguel de Unamuno, quien hizo la mejor de las críticas en su libro “El cristianismo, un mito más”, sin dejar ninguna duda de había algo perverso en el cristianismo y en su máxima creación y reafirmando lo que un día intuyó Freud; Dios fue hecho a imagen y semejanza del hombre de tal suerte que tiene los mismos defectos.
Ya Wilhelm Reich, imbuido de materialismo y psicoanálisis realizó una de las mejores críticas a la religión y puso de nuevo en problemas al catolicismo y al cristianismo, que no soportan el menor de los análisis. De este lado del continente, el escritor y monero Rius no dejó una verdad incuestionable: la Iglesia es la mejor escuela de ateos.
Como sea, muchos como Saramago jamás se arrepintieron de esbozar los excesos de esta creencia y en poner a Cristo como un Dios con tantos defectos como los tuvieron Zeus, Mithra, Thor, Dionisio o cualquier otro creado por el hombre.
* Escritor, periodista y economista