México, 28 junio (Staff Paradigma).- Una bebé salvadoreña que muere ahogada junto a su padre tratando de alcanzar el sueño americano por el río Bravo, una haitiana encerrada en un polvoriento centro migratorio que se desgañita suplicando ayuda, una nicaragüense y su hija en llanto violentamente detenidas en la frontera México-Estados Unidos.
Estas tres imágenes, capturadas por fotógrafos y videastas en menos de una semana en México -paso obligado para los cientos de miles de migrantes que salen del resto de Latinoamérica e incluso horizontes transatlánticos con la esperanza de llegar a Estados Unidos- retratan el cada vez más crudo rostro del fenómeno migratorio en la región.
Son “indignantes”, dice a la AFP Javier Urbano, profesor investigador en estudios internacionales de la Universidad Iberoamericana, para quien México “es un laboratorio de ensayo” del presidente estadounidense, Donald Trump.
El jefe de la Casa Blanca llegó al poder calificando a los migrantes de “criminales” y asegurando que México pagaría por un nuevo muro fronterizo. Ahora amenaza con imponer aranceles a las vitales exportaciones de su vecino del sur si no frena el flujo migratorio, principalmente de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que huyen de la pobreza y violencia de sus países.
Bajo presión de Washington, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que llegó a la presidencia mexicana en diciembre prometiendo defender los derechos de los migrantes, ha desplegado más de 21.000 soldados y policías en sus fronteras para frenar a los indocumentados.
Para Dolores París, investigadora del Colegio de la Frontera Norte, “hay una emergencia humanitaria y en vez de atenderla se está gastando una enorme cantidad de dinero en militarizar el país (…) Están deportando a toda velocidad, sin el debido proceso”.
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