Connect with us

Opinión

Educar desde la totalidad del ser: hacia una transformación profunda en la comunidad educativa

Publicado

el

Comenzamos un nuevo ciclo escolar

Cada inicio de clases nos regala la oportunidad de mirar con nuevos ojos nuestra tarea como docentes y como comunidad educativa. No es un simple reinicio del calendario, es un momento para detenernos y preguntarnos qué sentido tiene nuestro quehacer y cómo queremos acompañar a quienes confían en nosotros sus aprendizajes y sueños.

Hace tiempo descubrí que la educación no podía quedarse solo en la transmisión de contenidos. También requiere ternura, escucha y reconocimiento de la dignidad de cada estudiante. Ese descubrimiento me mostró que enseñar es encontrarnos como seres humanos en plenitud y, a la vez, abrir la posibilidad de que cada persona florezca en su propio camino.

Como dice Paulo Freire, “la educación auténtica es un acto de amor y, por lo tanto, un acto de valor”. Con esa certeza, este inicio de ciclo puede ser una invitación a educar desde lo humano, reconociendo que nuestros estudiantes no son únicamente mentes que aprenden, sino personas que sienten, sueñan y se construyen en comunidad.

La escuela como espacio de encuentro

La escuela es mucho más que un lugar para transmitir conocimientos. Es un espacio de encuentro donde cada gesto, cada palabra y cada mirada puede marcar la vida de alguien. La enseñanza que abraza la integralidad nos invita a reconocernos completos: con historias, emociones y aspiraciones que nos enriquecen a todos.

El aprendizaje cobra fuerza cuando lo vinculamos con lo que somos y con lo que anhelamos como comunidad. Allí es donde la docencia se convierte en un puente: no solo transmite información, sino que abre caminos hacia la confianza, la escucha y la construcción conjunta.

El poder de la ternura educativa

En el día a día frente a grupo, comprendi que la ternura es una fuerza pedagógica. Lejos de ser debilidad, nos permite mirar a cada estudiante en su dignidad, en su diferencia y en su capacidad de aportar. Nos invita a reconocer que la diversidad es riqueza y que el respeto mutuo es motor de aprendizaje.

Educar con ternura significa acompañar con calidez, porque solo en ese ambiente florecen la motivación y el pensamiento crítico. La ternura educativa es una apuesta: creer que se aprende en profundidad únicamente cuando alguien se siente visto y valorado.

Identidad, valores y sentido del aprendizaje

Cada grupo es un entramado de identidades, historias y valores. Nuestra tarea es favorecer que ese diálogo sea fecundo, que los estudiantes descubran que lo que aprenden toca su vida y que, al tocarla, también puede transformarla.

Cuando el conocimiento se enlaza con la identidad y con los valores propios, la motivación aparece de manera natural. Entonces, el aula deja de ser un espacio de imposición para convertirse en un lugar donde se aprende con pasión, confianza y con la convicción de formar parte de algo más grande.

Hacia una visión integral de lo humano

Somos seres que piensan, sienten y conviven. La educación que reconoce esa totalidad no divide, sino que integra. En ese horizonte se abre la posibilidad de formar comunidades solidarias, críticas y participativas. Como propone Edgar Morin, necesitamos una educación que nos ayude a “enseñar la condición humana”, para que juntos podamos comprender y transformar nuestro mundo.

Educar es sembrar dignidad y esperanza en cada aula. Cada palabra, cada silencio, cada acto de respeto puede convertirse en semilla de futuro para nuestros estudiantes y nuestras comunidades.

Educar para crecer juntos

Hoy más que nunca necesitamos reconocernos como una comunidad de docentes que, con sus distintas formas de enseñar, comparte la misma convicción: transformar vidas. Esa transformación no nace solo de los programas ni de las estructuras, sino del modo en que cada uno de nosotros se coloca frente a sus estudiantes, con entrega, compromiso y confianza en lo humano.

La invitación en este inicio de ciclo escolar es clara: hagamos de nuestra tarea un acto de esperanza. Cuando sembramos ternura y conocimiento en el presente, estamos cultivando el futuro de toda una comunidad.

“Educar es un acto de esperanza: cuando sembramos ternura y conocimiento en el presente, estamos cultivando el futuro de toda una comunidad”

Rosaura Guadalupe Cerecedo Cajica

Continue Reading
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *