Connect with us

Nacional

El Batman Mexicano es de la UNAM y le apasionan los murciélagos

Publicado

el

México, 21 de septiembre (Gaceta UNAM).- Más que un objeto de estudio, los murciélagos son una pasión para Rodrigo Medellín Legorreta, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM. A ellos ha dedicado su vida profesional desde hace más de 40 años.

“Mi relación con los animales es muy antigua. Desde que tengo memoria he estado rodeado de ellos. De niño me encantaba ir al zoológico o al campo para verlos, y siempre quería libros de animales como regalo de cumpleaños o de Navidad”, dice.

Cuando Rodrigo tenía 11 años, nadie en México sabía de mamíferos africanos más que él. Por esos días se le metió en la cabeza que quería participar en El Gran Premio de los 64 mil pesos, un programa de televisión muy famoso en los años 70 del siglo pasado. Para quitárselo de encima, su mamá lo llevó con los productores y éstos le dijeron que el programa no era para niños, como el de Chabelo, sino para gente con muchos conocimientos.

“‘Pregúntenle para ver si sabe’, intervino mi mamá. Los productores sacaron algunos libros sobre mamíferos y empezaron a hacerme preguntas de todo tipo. Al cabo de un rato me dijeron: ‘Felicidades porque serás el primer niño en el programa’. Aparecí en pantalla varios sábados, pero en la última pregunta me puse nervioso, y perdí.”

Bernardo Villa Ramírez, investigador del Instituto de Biología, lo había seguido por televisión y decidió buscar a sus padres para proponerles que pasara su tiempo libre en la UNAM.

“Un día me llamó a mi casa. Esa llamada cambió mi vida.”

En el Instituto de Biología, Rodrigo se topó con William López-Forment, un personaje fascinante, con un gran carisma. Juntos visitaron distintos lugares, principalmente del estado de Guerrero, donde López-Forment recababa información para hacer su tesis de maestría.

“Yo le ayudaba a tomar datos y cargar cosas. En mi primera salida tomamos la carretera vieja a Acapulco y nos detuvimos cerca de la entrada de la Cueva del Cañón del Zopilote. Fue la primera cueva que visité.”

En el interior de ésta, López-Forment le puso un murciélago en la mano y le pidió que lo observara y le dijera qué comía. Ese día, Rodrigo aprendió que algunas especies de murciélagos se alimentan de fruta; otras, de néctar; otras, de insectos; otras, de sangre… También se dio cuenta de que el conocimiento sobre los murciélagos era muy limitado. Por eso resolvió entregarse a su estudio.

Murciélagos y tequila

En 1994, Rodrigo entró a trabajar en la industria del tequila y fue a ver a los miembros del Consejo Regulador del Tequila, en Guadalajara, Jalisco.

“Les expliqué que le debían su bebida a los murciélagos y que tenían que invertir en conservarlos, no sólo porque eran sus socios en el negocio, sino también porque de ello dependía el futuro de las plantas de agave. Me dijeron: “‘Qué bonito proyecto. Gracias por venir. Adiós.’”

Rodrigo se reunió después con productores de tequila de marcas medianas y pequeñas, y les habló de la historia natural de las plantas de agave y su relación con los murciélagos.

El tequila, el mezcal y el bacanora son bebidas que se obtienen de plantas de agave que sólo crecen en nuestro país. Pero muy poca gente sabe que la diversidad de estas plantas es resultado de una co-evolución —tipo de evolución en que dos grupos se van transformando simultáneamente por selección natural recíproca— con el murciélago magueyero (Leptonycteris yerbabuenae).

Rodrigo y sus colegas han demostrado que los dos grupos surgieron al mismo tiempo y que, durante casi 12 millones de años, los murciélagos fueron seleccionando las plantas de agave que producían más néctar, más flores e inflorescencias más altas.

Esta selección permitió la aparición de numerosas especies de agave y el aprovechamiento de algunas de ellas para producir tequila y mezcal. Por su parte, el murciélago magueyero evolucionó para adaptarse a los cambios de las plantas de agave. Hoy en día, los dos grupos son codependientes: el destino de uno está ligado al del otro.

A diferencia del mezcal, que se produce a partir de varias especies de agave, el tequila se obtiene únicamente del agave tequilana Weber variante azul. Para aprovechar al máximo el azúcar que las plantas de agave acumulan a lo largo de su vida (ocho ó 10 años), desde hace más de un siglo, la industria del tequila y el mezcal les extrae ese disacárido antes de que florezcan. Pero al no haber floración, no hay producción de semillas, por lo que los productores utilizan los hijuelos, pequeños clones que crecen en la base de las plantas adultas, para replantar sus campos.

“Como resultado de esta práctica, los cultivos tienen muy poca variación genética, lo cual los hace muy vulnerables a los ataques de insectos, que les transmiten enfermedades como ‘la tristeza y muerte del agave’, causada por la bacteria Erwinia y el hongo Fusarium.”

Esta forma de producir tequila y mezcal también ha puesto en peligro la existencia del murciélago magueyero porque, al impedir que las plantas florezcan, aquél ya no puede alimentarse de su néctar.

Con el fin de proteger a los murciélagos y las plantas de agave, Rodrigo les propuso a los pequeños y medianos productores de tequila de Jalisco y Michoacán dejar florecer un porcentaje muy pequeño de sus plantas para que éstas proporcionen néctar a los murciélagos y puedan ser polinizadas por ellos.

“De esta manera se mantiene la variación genética de las plantas de agave y hay suficientes semillas para que se regeneren en forma natural”, comenta.