México, 25 de junio (Staff Paradigma).- Los celulares del sacerdote Francisco «N» y del diácono y universitario Leonardo Avendaño fueron ubicados la noche del 11 de junio en la parroquia de Cristo Salvador, donde vivía el párroco, en una casa contigua.
Más tarde, la señal de ambos dispositivos estuvo referida en el paraje en el que fue encontrado el cuerpo del joven asesinado, y a las 6:32 horas del día siguiente el religioso hizo una llamada, nuevamente ubicándose en el templo de la colonia Miguel Hidalgo III Sección, en Tlalpan.
Eso es parte del dictamen pericial de la Procuraduría, mismo que fue tomado como elemento de prueba por el juez de control Joel de Jesús Garduño Venegas, quien vinculó ayer a proceso al sacerdote por el delito de homicidio calificado.
Su defensa “colegiada” presentó dos testimonios, el de una secretaria y el de una colaboradora de Francisco Javier, quienes señalaron en un primer momento que el religioso había dejado su celular en el auto de “Leo” horas previas al homicidio.
Pero el juez consideró que esto era contradictorio a los dictámenes periciales, los cuales sustentaban la geolocalización de los aparatos.