Opinión
El cine y la Independencia: una memoria (breve) en la pantalla

Como cada septiembre, México se inunda con los colores patrios; banderas ondeando desde las azoteas de las casas, hasta el transporte público; las luces tricolores iluminan las plazas y alamedas de cada rincón del país. Además, aparecen los inagotables y reiterativos discursos que evocan a los héroes insurgentes. Pero más allá de la fiesta y la retórica oficial, hay un terreno en el que la memoria de la Independencia ha buscado permanecer viva, aunque, de manera escasa: el cine.
Haciendo un repaso sobre la filmografía nacional respecto a la Independencia de México, resulta sorpresivo que sean pocos los títulos que hayan abordado este episodio de la historia de la patria. A diferencia de la Revolución Mexicana, que ha sido un tema recurrente para nuestra cinematografía, con cientos de títulos producidos a este respecto.
En esta columna me detendré en las películas que, a mi consideración, son las más representativas sobre la Independencia de México; realizadas en la primera mitad del siglo XX, presentadas con un tono solemne y pedagógico, buscaron dar forma en la pantalla grande a los héroes y símbolos insurgentes.
La primera gran producción sobre la Independencia data de 1907, cuando Felipe de Jesús Haro dirigió El grito de Dolores o La independencia de México; un cortometraje que causó sensación en aquellos tiempos. Era la recta final del porfiriato, se aproximaba el centenario del inicio de la lucha independentista. Así, la ficción cinematográfica comenzaba a relatar sucesos históricos en nuestro país.
Pasó mucho tiempo para que el cine mexicano retomara el tema de la Independencia. Fue hasta 1934, con ¡Viva México! del director Miguel Contreras Torres, quien, con ese filme, dio inicio a una tradición épica patriótica, desarrollada en la Época de Oro del cine mexicano. Se trata de una representación cuasi teatral del inicio de la lucha armada de 1810.
Ese mismo director, Contreras Torres, se encargó de llevar a la gran pantalla la historia de José María Morelos y Pavón, lo hizo en dos entregas, la primera en 1942, con El padre Morelos; y en 1943 presentó la secuela El rayo del sur; ambas protagonizadas por Domingo Soler, quien dio vida a Morelos. Ambas cintas, presentan un discurso ampliamente nacionalista, más que patriótico; lo cual es entendible, dado el contexto que rodeaba al mundo en ese momento: la Segunda Guerra Mundial.
En esa misma época, en 1942, el director Julio Bracho presentaba: La virgen que forjó una patria; sin duda alguna, se trata de una película que debe considerarse patrimonio histórico de la filmografía mexicana. Es, quizás, el proyecto fílmico más ambicioso respecto al Independencia. La película presenta en su elenco a Ramón Novarro, otrora figura del cine en Hollywood; Domingo Soler; y a Julio Villarreal, quien personificó Miguel Hidalgo. El relato de este filme tiene como hilo conductor de la gesta independentista un símbolo religioso clave en el desarrollo histórico de nuestro país: la Virgen de Guadalupe. Su discurso patriótico, que se entrelaza con la religión y la política, tiene como resultado un sólido mensaje para el espectador: la idea de una nación.
Desde luego que después vinieron otras películas sobre la Independencia, pero, no deja de ser breve la producción de películas que hayan abordado este pasaje de nuestra historia.