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Entre izquierdista Boric y el pinochetista Antonio Kast, mañana los chilenos salen a elegir Presidente.

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Redacción, 18 de diciembre.- Hace apenas unos días, el pasado viernes 10, se cumplieron 15 años de la muerte del dictador Augusto Pinochet, y la efeméride cobró especial relevancia en Chile porque ocurrió en la recta final de una campaña presidencial en la que el general golpista, quien gobernó al país entre 1973 y 1990 con mano de hierro, es un referente ineludible.

Y es que los dos candidatos que disputarán la presidencia en los comicios de este domingo, el izquierdista Daniel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast, están identificados por el electorado a partir de sus posiciones en torno a Pinochet.

Kast y Boric se disputarán la Presidencia de Chile en segunda vuelta el 19 de diciembre
Incluso la muerte de la viuda de Pinochet, Lucía Hiriart, el pasado jueves 16, fue un tema que irrumpió en la campaña y que generó pronunciamientos de ambos candidatos: Boric expresó que ella “muere en impunidad pese al profundo dolor y división que causó a nuestro país”, y Kast dijo que el acontecimiento no era un “hecho político”, sino humano.

Kast, de 55 años, defiende la dictadura pinochetista, y a pesar de los 3 mil 65 muertos y desaparecidos que dejó ese régimen, ha dicho que en el gobierno de facto “no se encerró a opositores políticos”, lo que es falso, y que “se hicieron elecciones democráticas”, lo cual no ocurrió durante 17 años.

La politóloga de la Universidad de Chile, Daniela Campos Letelier, considera que un triunfo de Kast este domingo significaría “un retroceso para el país y un peligro para la democracia y los derechos humanos”.

El candidato ultraconservador, señala la académica a Proceso, tiene rasgos xenófobos y homofóbicos, niega la gravedad del cambio climático y muchas de sus posturas son “neopinochetistas y neofascistas”, lo que choca la aspiración nacional de crear un Estado de bienestar que privilegie al ciudadano sobre el mercado.

De acuerdo con Campos Letelier, en la primera vuelta electoral del mes pasado, que Kast encabezó con el 27.91% de los votos –dos puntos más que Boric–, los ciudadanos privilegiaron el discurso de orden y seguridad del candidato derechista y muchos creyeron las fake news que propagó sobre la “amenaza comunista” que enfrenta Chile.

Boric, un izquierdista de 35 años, centra su propuesta política justamente en las antípodas de Kast: él promete el desmonte del sistema económico ultraneoliberal que dejó Pinochet, quien privatizó la salud, la educación y las pensiones y tiene a millones de chilenos en condiciones de vulnerabilidad a pesar del aumento del gasto social que han hecho los gobiernos desde el retorno de la democracia, en 1990.

Para Boric, la prioridad es “que el mercado deje de ser el principio estructurador de la sociedad, para que el Estado vuelva a tomar un rol preponderante” y, con esa orientación, propone cuatro reformas estructurales como columna vertebral de su programa: acceso universal a la salud, pensiones dignas, un sistema educativo público, gratuito y de calidad, y la conformación de un gobierno ecologista.

Estas transformaciones, ha dicho, las financiará con una reforma fiscal que contempla aumentar impuestos a las empresas mineras y a los sectores de mayores ingresos.

Kast, en cambio, propone bajar impuestos a las empresas para que inviertan más en la generación de empleos.

Ninguno de los dos tendría, como presidente, un escenario cómodo para impulsar los cambios legislativos que requieren sus promesas de campaña. En el Congreso hay un virtual empate entre la izquierda y la derecha, y los dos bloques tendrán capacidad para bloquear las iniciativas más controvertidas, como las fiscales.

“Va a ser muy muy difícil pasar políticas públicas en el Congreso, no imposible, pero eso depende de la capacidad de negociar”, señala Campos Letelier.

La politóloga considera que un eventual triunfo de Boric sería “el comienzo de una nueva era” para Chile por la juventud del político, porque el país se encaminaría hacia “un nuevo pacto social” y porque el gobierno quedaría en manos de un sector –la coalición izquierdista Apruebo Dignidad– que nunca ha tenido la oportunidad de dirigir al país.

“Saldríamos de ese duopolio que hemos tenido desde el retorno de la democracia, en el que los gobiernos han sido de la centroizquierda (la Concertación) y la centroderecha (Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente), y además sería un cambio generacional con un programa social que está muy lejos de ser de extrema izquierda”, asegura la maestra en ciencias políticas e integrante de la Red de Politólogas.

Kast ha tratado de estigmatizar a su adversario como un extremista de izquierda que conduciría al país al abismo. Uno de los aliados de Boric en la coalición Apruebo Dignidad es el Partido Comunista de Chile, que tiene una larga tradición parlamentaria y gobierna la capital del país con la joven alcaldesa Irací Hassler.

En su cierre de campaña, Kast aseguró que “Chile no será jamás un país marxista ni comunista, porque creemos en la libertad”.

Para Campos Letelier, ese tipo de afirmaciones son parte del “discurso del miedo” que ha usado el candidato ultraconservador a lo largo de la campaña.