Emmanuel Flores Bermúdez
El uso y desarrollo de la inteligencia artificial ha despertado opiniones encontradas. Mientras en sectores como la salud, la investigación científica y la industria tecnológica se le reconoce como una herramienta valiosa para optimizar procesos y mejorar diagnósticos, en otros ámbitos como la manufactura, el transporte y los servicios administrativos, su avance genera preocupación, ya que la mano de obra humana ahora podría ser sustituida por un robot de marca Tesla.
De acuerdo con un estudio de Ipsos, el 73% de los mexicanos encuestados considera que la IA ofrece más beneficios que desventajas. Sin embargo, la encuesta de YouGov refleja una percepción distinta: el 60.8% de los mexicanos teme que la IA pueda reemplazar su puesto de trabajo en un futuro cercano; este contraste muestra que, aunque su utilidad es ampliamente reconocida, la incertidumbre sobre sus implicaciones en el mercado laboral está latente.
Más allá de las percepciones, el impacto de la inteligencia artificial en el empleo no puede reducirse a una visión dividida entre el beneficio o la amenaza. La cuarta revolución industrial está redefiniendo las dinámicas laborales, desplazando ciertas tareas operativas, pero al mismo tiempo está abriendo nuevas oportunidades en sectores emergentes. Ante este escenario, es fundamental comprender la magnitud de estos cambios y la manera en que están transformando las habilidades que hoy exige un mercado laboral globalizado.
Según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2025 del Foro Económico Mundial, se estima que para 2030 la inteligencia artificial y la automatización desplazarán 92 millones de empleos, pero al mismo tiempo impulsarán la creación de 170 millones de nuevos puestos de trabajo, ratificando que el impacto de la IA no radica en la eliminación del trabajo humano, sino en la transformación de las habilidades requeridas en el mercado laboral.
Esta transformación ya es una realidad. Hoy en día, basta con saber utilizar algunas de las aplicaciones digitales que incorporan inteligencia artificial para realizar en minutos, o segundos, tareas que antes requerían horas de trabajo y especialización; desde la generación de contenido y la edición de video hasta el análisis de datos y la automatización de procesos, por lo que el acceso a capacidades que antes estaban reservadas para expertos en cada área, ahora, son mucho más accesibles.
El acceso al conocimiento nunca ha sido tan inmediato como hoy. Plataformas como YouTube, Google, TikTok, y otras redes sociales, han puesto al alcance de cualquiera la posibilidad de aprender sobre inteligencia artificial y otras herramientas tecnológicas con solo unos clics. Sin embargo, aunque estas tecnologías ofrecen un mar de información, es común que las nuevas generaciones las utilicen más para consumir entretenimiento viral que para adquirir conocimientos útiles.
La inteligencia artificial no sustituye (ni podrá sustituir) la creatividad, la intuición o la capacidad de resolver problemas con visión humana, bien utilizada, puede potenciar estas habilidades y abrir nuevas capacidades para el desarrollo; pero el verdadero reto no estará solo en aprender a usar la IA, sino en no dejar que nos haga perder la capacidad de pensar críticamente.
Microsoft llegó a una conclusión alarmante: si no usamos bien la IA, estamos apagando nuestras facultades cognitivas y eso suena a alarma total, pero tranqui, veamos los detalles:
- El estudio con Carnegie Mellon y los resultados sugieren que usar la IA generativa reduce el esfuerzo en pensamiento crítico. Solo el 36% de los encuestados dijo usar habilidades analíticas para evitar errores de la IA. Es decir, sentimos menos necesidad de verificar la chamba que hace la IA, y eso un poco nos apaga mentalmente.
Hay una solución: quienes confían en sus propias habilidades son más propensos a cuestionar y mejorar los resultados de la IA, la clave es usar la IA sin dejar de ejercitar nuestro cerebro y no olvidar lo mencionado en el Foro Económico Mundial: “el pensamiento crítico es la habilidad top que buscan empleadores”; es decir, no se trata de usar menos IA. Se trata de usarla sin bajar el switch mental.
En perspectiva: para los trabajadores, esto quiere decir que el pensamiento crítico sigue valiendo. Y mucho. Y si eres jefe, significa que fomentar la confianza en los trabajadores tiene buen retorno de inversión. La diferencia estará entre quienes aprendan a integrarla en su día a día y quienes la ignoren hasta que sea demasiado tarde.
En un mundo donde la tecnología avanza con o sin nosotros, la verdadera pregunta no es si la IA tomará nuestro empleo, sino si estamos dispuestos a evolucionar con ella.