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Investigación por pederastia en Chile incluye a siete curas españoles

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Santiago, 26 de enero.- Investigación por pederastia en Chile incluye a siete curas españoles. La Fiscalía chilena tiene en la mira a estos religiosos españoles imputados por abusos y violación a menores en la mayor causa de pederastia que se investiga dentro de la Iglesia chilena.

De acuerdo a El País, el papa Francisco ha ordenado abrir una “causa penal” ante la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano por inacción de la orden, que no ha impuesto ninguna sanción desde que concluyó la primera parte de sus indagaciones sobre las décadas de pederastia en su seno.

Los fiscales han determinado que los delitos de los maristas en Chile se prolongaron al menos durante 50 años, entre 1967 y 2016, en diferentes establecimientos educacionales. En un país donde actualmente existen 148 investigaciones vigentes por delitos sexuales cometidos por integrantes de la Iglesia católica, con 202 personas investigadas y 255 víctimas, la de los maristas es la de mayor amplitud: 25 imputados por abusos y violación —entre ellos los siete españoles— y al menos una treintena de víctimas, casi todos varones que cursaban sus primeros años de colegio.

El ministerio público tiene conocimiento al menos de dos pagos que los maristas realizaron a cambio de silencio. En 2015, un cheque por el equivalente a unos 65.000 euros. En 2017, 100.000 euros.

“Fuimos escogidos, marcados, atacados y luego, esclavizados en el secreto y silencio”, relata el médico Jaime Concha, de 56 años, que sufrió ataques sexuales reiterados desde que en 1973, a los 10 años, ingresó para cursar el quinto curso de educación básica en el instituto Alonso de Ercilla de la capital chilena, de donde egresó en 1980. El primero que abusó de él fue el hermano español José Monasterio, que en la época tenía casi 70 años. Experto en caligrafía, se abalanzó sobre el niño en una sala privada, donde supuestamente le enseñaría a dibujar letras góticas. Un segundo abusador de Concha fue otro hermano español, Abel Pérez, actualmente de 71 años, que lo violentó sexualmente durante años en la capilla, en una oficina, en el sótano del gimnasio, en su habitación. Cuando Concha tenía 12 años, incluso, se aprovechó de que estaba enfermo y afiebrado en un campamento de boys scout para abusar de él en su tienda de campaña.

Los obispos chilenos, en plena purga por los escándalos de abusos y encubrimientos que azotan la Iglesia de su país, se han reunido este lunes con el Papa en el Vaticano para tratar de acercar posiciones. El Pontífice, profundamente decepcionado con la jerarquía eclesial chilena, comenzó un proceso de limpieza sin precedentes mediante el cual los obispos se vieron obligados a presentar su renuncia en pleno. Hasta la fecha, Francisco ha aceptado las de siete obispos y se ha expulsado del sacerdocio a dos exobispos y dos sacerdotes. Cinco de los que todavía siguen en su puesto (Santiago Silva, presidente de la CECh; René Rebolledo, vicepresidente; Fernando Ramos, secretario general; cardenal Ricardo Ezzati y Juan Ignacio González) intentaron convencer este lunes al Papa de sus avances en la regeneración.

La audiencia, que fue solicitada por la Conferencia Episcopal de Chile, se desarrolló en la biblioteca del Palacio Apostólico vaticano. Según los obispos, fue el Papa quien les invitó luego a almorzar y a seguir discutiendo en su residencia de la Casa Santa Marta.

El secretario general de la CECh, Fernando Ramos, ejerció como portavoz. “Fue un diálogo muy fraterno, muy fecundo y muy interesante. Hicimos un repaso, junto con el Papa, de los acontecimientos de importancia en la Iglesia chilena del último año. Después le expusimos el camino que estamos siguiendo para este año y el próximo de discernimiento eclesial, para concluir el año 2020 con una asamblea eclesial. El Papa nos hizo varias sugerencias bastante interesantes que notan una preocupación y un cariño muy grande por la Iglesia chilena”, señaló.

“Es una organización criminal lo que hemos denunciado”, señala el médico, en su piso de la ciudad de Viña del Mar. Según Concha, era imposible que nadie se diera cuenta de lo que vivieron durante décadas muchos estudiantes. “Uno de mis abusadores me llevaba a su habitación, en el mismo colegio. Varias veces escuché que otros hermanos le decían: ‘¿Para qué lo trajiste? Sabes que no puedes traerlo a esta hora’. Eran como perros peleando por su presa”.

La Congregación de los Hermanos Maristas conocía hace años de los abusos cometidos contra niños y adolescentes chilenos en cinco de sus colegios ubicados en tres regiones del país, según sospechan los fiscales que lideran la causa, Raúl Guzmán y Guillermo Adasme. Investigan traslados y remociones a los religiosos en diferentes épocas supervisadas por las altas autoridades de la institución, tanto dentro como fuera de Chile, y el pago de dinero a cambio de silencio. Poco antes de morir de cáncer en abril pasado, el marista español Mariano Varona, de 74 años, uno de los líderes de la congregación en Chile, reconoció ante los fiscales los dos pagos a víctimas diferentes. En ambas ocasiones, fueron abonados con documentos formales de la congregación —cheques respaldados con escrituras públicas y privadas—, con el objetivo de evitar posibles denuncias contra Pérez y otro religioso español, Jesús Castañeda de la Viuda, respectivamente. Fue recién en septiembre de 2017, ante la inminente visita del papa Francisco a Chile en enero de 2018 —que se alojaría a metros de la residencia de los maristas en Santiago de Chile, en el municipio de Providencia—, que la congregación denunció a Pérez. Pero fue una denuncia ambigua ante la Fiscalía, sin mayores detalles.

Pérez abusó de Gonzalo Dezerega, gerente de ventas, de 53 años, cuando tenía 10 y cursaba quinto de básica en el Instituto Alonso de Ercilla, en 1975. Aprovechando que el niño estaba llorando en el patio, porque no había podido ingresar a los boys scout, lo llevó a una capilla y lo tocó por primera vez. A los pocos días, lo invitó a visitar a solas las dependencias de los boys scout del colegio. Fue una escena de mayor violencia. “Me preguntó: ‘¿Te has masturbado alguna vez?’ Tenía 10 años y no sabía lo que era la masturbación. Apenas sabía que el pene era para hacer pis. Se abalanza, me empieza a tocar, llevando mis manos hacia sus genitales. Intento arrancar, pero la puerta estaba cerrada con llave. Cuando me doy la vuelta, Pérez estaba de rodillas, rezando. Se pone de pie, me mira y me dice: ‘Mira lo que me hiciste hacer. Hablé con Dios y Dios te perdona. Lo que me hiciste hacer es un pecado’. Abrió la puerta y me ordenó que no se lo contara a nadie”, relata Dezerega. A los pocos días se produjo la violación en los camarines, recuerda la víctima. “Con mi pantalón corto blanco de gimnasia en el suelo, lloraba mientras él nuevamente me decía: ‘Mira lo que me hiciste hacer”.

En septiembre pasado, el sacerdote salesiano David Albornoz terminó una extensa investigación eclesiática, de 489 páginas, con decenas de testimonios de las víctimas de los maristas en Chile y las versiones de los acusados. Desde que finalizó la primera etapa de esta investigación previa, sin embargo, no se han aplicado sanciones, lo que motivó que el propio papa Francisco decidiera la semana pasada enviar una fuerte señal desde Roma y promover un “proceso penal” contra los maristas en Chile ante la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Foto: EFE

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