Una de las cosas que hace grande al fútbol es que es imperfecto. Esto quiere decir que a veces la lógica no funciona y son otros los factores que salen a relucir en la cancha.
Hoy en día vivimos un fútbol que se basa en el poderío económico de los equipos. Los grandes tiene muchos seguidores y eso se traduce en mucho dinero, que a su vez les permite tener nóminas competitivas que se traducen en campeonatos, prestigio y grandeza.
La fórmula es perversa pero sin ella un equipo que no tiene los recursos económicos para competir se transforma en una comparsa de la liga y se tiene que conformar con vivir de las glorias del pasado, si es que las tiene, o prepararse para enfrentar a los poderosos y sacar un buen resultado que les permita “salvar la temporada”. Y con eso tener argumentos para que sus aficionados tengan algo de que presumir cuando se sabe que los campeonatos no llegarán, por lo menos en el papel.
Lo dicho, el fútbol es imperfecto porque siempre habrá ese equipo que no tiene la gran nómina, pero que sabe jugar, que agrada por lo que muestra en el terreno, muchas veces no le alcanza para los campeonatos, pero siempre dejan un buen sabor de boca, al grado que sus figuras son compradas por los grandes lo que se traduce en dinero, en un nuevo empezar en el que pueden pasar años para volver a ser protagonista.
En la liga mexicana no es ajena a esto y tiene un equipo que se ajusta al perfil del que no tiene grandes recursos pero hay algo que saben hacer bien que cada cierto tiempo vuelven a estar en los primeros planos. Nos referimos en concreto al equipo de León qué este fin de semana hará historia si gana su partido al Puebla.
La fiera o los panzas verdes como se le conoce al León estarán haciendo algo histórico en esta temporada al intentar llegar a las once victorias seguidas y con eso romper la marca del Cruz Azul de 1971 que fue de diez.
Pero más allá del récord lo que hace la diferencia es la forma en que está jugando con elementos que fueron rechazados de otros equipos como Ángel Mena y José Juan Macías, quienes ante una segunda oportunidad no la están desaprovechando al grado que a cuatro fechas de terminar el torneo podrían llegar a la liguilla encabezando a la liga en varios departamentos: más puntos obtenidos, mejor delantera, mejor defensa, entre otros.
El arquitecto de esta temporada es Ignacio Ambriz, histórico jugador del Necaxa de los 90s que alparecer ha alcanzado la madurez como técnico y eso se está reflejado en la calidad de su trabajo.
En su carrera como entrenador Nacho Ambriz no la ha tenido fácil a pesar de contar con argumentos para ser considerado como alguien que sabe lo que hace. Su paso por equipos como América y Chivas le trajo un sin fin de críticas porque para muchos no tenía la calidad para dirigir a un “equipo grande”.
Pero el fútbol da revanchas y con una temporada de ensueño parece ser que el esfuerzo del que fuera asistente técnico de Javier Aguirre en el Osasuna de Pamplona y Atlético de Madrid, está rindiendo sus frutos, y a menos que pase una desgracia, todo indica que León llegará a la final del fútbol mexicano.
En hora buena porque equipos como León reivindican a todos esos conjuntos que sin los grandes nombres pueden llegar a pelear un campeonato con una sencilla fórmula: jugando bien al fútbol.