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Opinión

La felicidad, ¿concepto inalcanzable?

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Es sabido que el ser humano es hedonista por naturaleza, busca sensaciones placenteras a cada instante en su vida, mediante la comida, videojuegos, redes sociales, música, salidas, relaciones interpersonales, dinero, fama, poder, entre muchas cosas más. Derivado de lo anterior, el individuo busca la manera de evadir las sensaciones que implican dolor, miedo, incertidumbre, frustración, enojo, soledad, sin embargo, hemos olvidado que el ser humano es un cúmulo de ambas sensaciones placenteras y displacenteras, no un ser dividido donde se tenga que elegir de qué lado estar, haciéndolo un ser complejo y a su vez, fascinante.

La felicidad un concepto abstracto y muy difícil de comprender, nos ha llevado a buscar por múltiples caminos, que pueden oscilar desde adquirir un libro con la clave “mágica para encontrar la felicidad” hasta la acumulación de riqueza con la esperanza de “comprarla” y poner tan anhelado trofeo sobre el estante de la habitación. No, la felicidad no debe ser vista como un “algo” que se compra, ni una meta donde llegar, quizá la respuesta para comprenderla se encuentra al alcance de la mayoría, aquí y ahora.

Un delicioso café, una salida al bosque, caminar por la playa, una charla entre amigos, una canción, apreciar un atardecer, abrazar a los seres queridos, disfrutar de nuestros sentidos, cosas cotidianas que en muchas ocasiones pasan desapercibidas por la rapidez con que se vive en la vida actual, pero que van sumando día a día, y que pueden despertar la conciencia de lo que “sí” tenemos, para dejar de sufrir por lo que no tenemos, elemento importante de la felicidad.

Situarnos en el presente, la capacidad de sorprendernos, el agradecimiento, el altruismo, son elementos que favorecen la comprensión del concepto de felicidad, es el “darnos cuenta” que más allá de un largo recorrido para obtenerla, es aprender a disfrutar el proceso, donde implica en algunas ocasiones lágrimas pero también sonrisas, descanso pero también trabajo, decepción pero también esperanza, alegría y enojo, miedo y seguridad, dicho de otra manera, la felicidad no es un estado permanente de entusiasmo, es más que nada una actitud tomada de la mano con la resiliencia, donde tomemos la decisión de disfrutar de lo que hacemos, de quienes somos y a quienes tenemos a nuestro lado y de lo que hemos construido.

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