La discusión sobre el estado de salud del actual presidente norteamericano, Joe Biden, quien en el debate presidencial, mostró un lenguaje confuso, frases cortadas y mensajes inintelegibles, achacados a su estado senil, resultan totalmente triviales en el marco del manejo económico y financiero del país lo mismo que de sus políticas interior y exterior.
Si bien resulta claro que la edad de Biden – 81 años-, le impiden desplazarse como cuando tenía 20 años y hablar de forma fluída, situación que igualmente afecta al opositor Republicano Donald Trump, hoy su candidatura pende de hilos luego de que varios senadores y líderes demócratas piden su cabeza.
Pero en el fondo, para el pueblo norteamericano y el resto del mundo el problema no reside en que pueda cometer una locura a causa de una probable demencia senil, sino en que la gerontocracia yanqui sigue representado los intereses del capitalismo transnacional imperialista que sólo vela por sus intereses geopolíticos empresariales en que no ve y no escucha ni a su gente.
El lenguaje de Biden no ha sido el de un presidente sensible y no es por su edad, sino es totalmente atribuible al seguimiento fiel de una política clara dictada desde los grandes capitales, mismos que han decidido la suerte de toda la política de Washington desde que se sintieron dueños del mundo tras la segunda posguerra mundial.
El “viejo” Biden es hasta un tanto más belicoso que el el bravucón Donald Trump, quien resultó hasta ser más negociador. Biden es uno de los tantos señores de la guerra, que ama la guerra y vive de la guerra. Basta señalar su decidida intención de atizarle al fuego en el conflicto Ucrania-Rusia donde lógicamente no lo hace desintereadamente, sino que existen amplios intereses de por medio.
No se diga el gonocidio Palestino a manos del autodenominado “ejército más moral del mundo”, que ha sido ampliamente tolerado por Estados Unidos, quien además ante esta atrocidad ha reprimido a la juventud estadunidense que ha protestado en las universidades, silenciado las demandas de paz.
El problema de EU es netamente estructural, no es Biden, no es Trump ni lo eran Obama, Bush o cualquier de sus antecesores. Su política está diseñada para ser un imperio y difícilmente va a cambiarse por tener a un presidente – candidato en condiciones deplorables. Su gerontocracia y su política, sin importar el mandatario, están al servicio del expansionismo.
En resumen, las dificultades seniles de Biden son triviales.
- Escritor, periodista, economisa y divulgador científico