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La guadalupana, el burdo engaño del catolicismo

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César Peña

Pachuca, 12 de diciembre.- Venerada por millones de mexicanos y fieles de América Latina, la Virgen de Guadalupe es, a lo ojos de los historiadores y científicos, un gran engaño del catolicismo que sirvió como método de control ideológico contra los indígenas. No fue  Virgen, ni madre de Dios, es más, ni siquiera existió.

Apariciones marianas

Mucho antes que la Virgen de Guadalupe, ya se habían “aparecido” en España y la región mediterránea diversas vírgenes con las mismas características: se revelan desde el cielo con una luz brillante  a pastores,  da un mensaje y le pide que le erijan un templo.

Así, la Virgen del Pilar se aparece en el año 40 al Apóstol Santiago, luego, 16 de julio del año 1251, se aparece la Virgen del Monte Carmelo a San Simón Stock, con el mensaje adicional de liberar del purgatorio a todas las almas que hayan vestido su escapulario. Para el año 1392 se aparece la Virgen de la Candelaria a dos pastorcitos en Tenerife. En las mismas fechas, se aparece la Virgen de Gran Canaria.

Aunque tales apariciones parecen ser del terreno de la parasicología, sostiene Salvador Freixedo en el libro Las Apariciones Marianas (Edit Posada), son de origen muy cuestionable pues sólo gente con problemas mentales ve y escucha tales cuestiones. “Quien en la actualidad dijera algo así sería seguramente diagnosticado con alguna enfermedad mental”.

Sin embargo, este es el mismo principio que operó con Juan Diego, quien dijo haber visto a la Virgen María sobre el cerro del Tepeyac pidiéndole le construyera un templo.

Ayate de ¿un gigante?

Aunque es cuestionada la existencia también del mismo Juan Diego como lo sugieren  D. Branding, Miguel León-Portilla y Edmundo O’Gorman, al señalar que Juan Diego fue creado por Antonio Valeriano, el mexica más fiel al cristianismo y asistente de Bernardino de Sahagún, no cabe la explicación del ayate.

Un ayate es una pedazo de tela utilizado en el campo para la recolección de granos. De dimensiones de 70 centímetros de altura por 40 centímetros de ancho, no cuadra en nada con los casi dos metros que tiene el ayate “original” de la guadalupana en la Basílica de casi dos metros de altura por un metro 20 centímetros de ancho.

Estas medidas no son comprensibles menos para el estereotipo difundido de Juan Diego de un indígena de pequeña estatura que difícilmente podría llevar un ayate promedio y por ende, el suyo era más pequeño a menos que fuera un gigante de casi tres metros y medio de altura para que llevara el de las medidas del ayate de la Basílica.

Según diversos autores, la pintura de la Virgen de Guadalupe  habría sido ordenada por Fray Alonso de Montúfar, segundo obispo de Nueva España, a un pintor indio de la comunidad de nombre Marcos Cipac de Aquino allá por el 1550.

Esta aseveración, según Carlos Mesa,  se basa, en primer lugar, en que el propio manto está firmado por Marcos Aquino, a los ojos de cualquier buena lupa y que  se conserva por escrito un sermón pronunciado el 8 de septiembre de 1556 en la capilla de San José por fray Francisco de Bustamante, provincial de la orden franciscana, ante el virrey, audiencia y vecinos principales de la Ciudad de México, en la que el padre Bustamante critica al culto guadalupano y declara que la imagen fue pintada por el indio Marcos Cipac de Aquino.

El restaurador José Sol Rosales, en un estudio realizado a petición del ex abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, concluyó en 1982 que la pintura fue hecha usando diversas variantes de la técnica modernamente conocida como temple. El técnico llegó a la conclusión de que el manto  es una tela mezcla de lino y cáñamo y que los pigmentos -a base de cochinilla, sulfato de calcio y hollín-  empleados en el siglo XVI.

El especialista dijo que ea pintura, tendría además innumerables retoques de otros pintores en diversas épocas recientes y no le acreditó tener la antigüedad dicha por la Iglesia.

Diversas afirmaciones como las de  Alberto Peralta y Stafford Poole. Don Juan de Zumárraga, primer Arzobispo de la Nueva España, recogidas por Cultura Colectiva, sostienen que la guadalupana es una transformación de Tonantzin como elemento ideológico ante la resistencia de los indios a convertirse al cristianismo.

En fin, que la Virgen de Guadalupe es parte de esa tradición que trajeron los españoles imponiendo a sangre y fuego su religión con cientos y miles de muertos y que ahora es adorada por el pueblo mexicano.

Foto: Aciprensa

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