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Opinión

La moneda en la Nueva España

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Real de Ocho Peso de Ocho, una de las monedas más utilizadas del Imperio español y los Virreinatos.

Durante los tres siglos en los que existió el Virreinato de la Nueva España, utilizó, por supuesto, las mismas monedas que el Imperio español. Una de ellas, es el Real de Ocho o Peso de Ocho, una moneda que durante el siglo XVIII su circulación llegó a ser mundial, gracias a que fue bien acogida por distintos Imperios y regiones para formar parte del comercio. Algunos datos sobre el desarrollo del uso de esta moneda son verdaderamente ilustrativos, pues no solo nos indican su uso sino la relevancia, en ese momento, del material con el que estaban hechas: plata. Sobre ese aspecto, se puede destacar que la plata producida por el Imperio correspondía, a nivel mundial, en su conjunto al 69% en el siglo XVI, 84% en el siglo XVII, y al 90% en el siglo XVIII. La plata, era el metal precioso más importante bajo el Imperio, por la cantidad que encontraron de él en los yacimientos de mineral argentífero en diferentes regiones, como en las minas de Potosí, en la actual Bolivia, aunque la región más productiva fue la Nueva España.

Entre los reales de minas que aportaban plata para la circulación de la moneda, estaba Real del Monte, aunque muy lejos de reales de minas como el de Guanajuato o Zacatecas. De todas formas, cuando toda la plata estaba junta recorrían las mismas rutas de para ser exportada o utilizada fuera del Virreinato.  Desde la Nueva España, actual territorio de México, salían los navíos cargados desde los puertos de Veracruz a Sevilla o Cádiz, desde donde partía con rumbo al resto de Europa, y de Acapulco a Manila, Filipinas, desde donde seguía su camino hasta China, a veces hasta llegar a la Ruta de la Seda en Próximo Oriente. Los recursos naturales con los contaba el Virreinato de la Nueva España respecto de la plata eran considerables, debido a su formación geológica. Esa abundancia de recursos fue la que también atrajo, además del propio gobierno, a numerosos inversionistas y empresarios que llegaron dispuestos a invertir su capital para formar empresas lucrativas que pudieran operar las minas.

Las monedas acuñadas en las Casas de Moneda como el Real de Ocho, no solo sirvieron para comerciar, sino que la abundancia de la plata de las minas provocó que se formaran nodos económicos, pues cada centro minero ayudó en gran medida a que se desarrollara el comercio regional pues necesitaba de insumos para funcionar, como fuerza de trabajo de hombres y animales, carne y otros alimentos, sal, mercurio y pólvora entre otros elementos necesarios para el trabajo en las minas.

La alta calidad de la acuñación de moneda bajo el Imperio español y sobre todo en Nueva España siempre fue bien valorada a nivel técnico y la pureza de la plata. De ahí que, aunque el Real de Ocho fuera el más solicitado, hubiera otras monedas igual de valiosas como el Real de Dos y el Real de Cuatro. El deseo de la Corona española de evitar la evasión fiscal y recaudar más impuestos las Casas de Monedas se encontraban bajo leyes y vigilancia estricta en ciudades muy importantes del Imperio, como la actual Ciudad de México.

Para comprender la relevancia de estas monedas, incluso después de las independencias latinoamericanas, como la de México, se siguieron acuñando cuando el país consiguió su Independencia.  De hecho, se puede señalar otro dato, no menor, que corresponde con esta tendencia, es que México siguió siendo el principal exportador de monedas de plata durante el siglo XIX a nivel mundial, y solo finalizó con el cambio al patrón oro de escala global a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

Lic. Carlos A. Carrillo Galicia

Licenciado en Historia de México y estudiante de la Maestría en Historia, ambas en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). Actualmente ocupa el cargo de instructor de Historia, Filosofía y Literatura en el Centro de Educación Continua y a Distancia (CECyD-UAEH), así como la presidencia de la Asociación de Historiadores Egresados de la UAEH.

Facebook: @histcarloscarrillo                Correo: hist.carlos.a.c.g@gmail.com 

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