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Opinión

Las cofradías novohispanas

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La cofradía de Montserrat por la calle Génova. Manuel Cabral Bejarano, 1862.

Durante el periodo conocido como la Nueva España (1521-1821), además de las instituciones tradicionales como la Real Audiencia de México, existieron otras instituciones y fundaciones promovidas y sostenidas por la sociedad civil. Una de ellas, eran las cofradías. Estas formaciones tenían un propósito religioso, que era el de dar asistencia espiritual y material a sus miembros. A través del dinero que poseían las cofradías podían construir iglesias, conventos, oratorios, así como mantener los colegios y hospitales. Había, como se puede ver en la imagen, cofradías que dependían de diversas partes de la sociedad, como los españoles y los indígenas, pero también los negros.  Originalmente, se habían creado por el clero regular, como un medio de evangelizar a los naturales encontrados en el Nuevo Mundo.

Pero pronto, las cofradías llegaron a controlar una buena parte de la riqueza existente.  Los primeros, como hemos dicho, fueron creados por las órdenes mendicantes, es decir, el clero regular. Mientras que en el caso de las cofradías estas fueron creadas, principalmente por los pueblos de indios, para que protegieran los bienes comunales, entre otras. De cualquier forma, tenía algo de peculiar este sistema de cofradías, porque se volvió común que cada una de ellas estuviera dedicada a un santo o varios, y en un lugar o localidad en donde se desarrollaba ese culto.

Para entender mejor su funcionamiento, se puede poner el ejemplo que escribe la investigadora Asunción Lavrin, con la Congregación de la Buena Muerte, cuyo fin era comprometer al congregante a una disciplina corporal y mental, para que llegado el día tuvieran una buena muerte. Para ello había que hacer oración y visitar la Iglesia, muchas veces construidas con el dinero de los bienes de la comunidad, por supuesto, participar en las actividades de culto de la cofradía, como las procesiones de los santos. Encabezaba las ceremonias el cofrade, cuya actividad estaba regulada por un almanaque.

La salvación eterna, promesa del cristianismo y el catolicismo, se manifestaba en seguir lo que predicaban las escrituras, pero había otros medios. La indulgencia, un permio espiritual autorizado por el Papa, podía otorgarse al congregante, y este a su vez, podía ser obtenido realizando un acto caritativo, como la visita a los enfermos, el rezo diario, y la asistencia a las platicas del cofrade. Una indulgencia, según la creencia, reducía el tiempo que un creyente debía de pasar en el purgatorio antes de entrar al reino de Dios, después de morir.

Este fue un ingenioso sistema de economía espiritual implementado según las creencias de los españoles en la Nueva España, con el beneplácito cada vez mayor, según el transcurrir de las décadas, de los indios. De hecho, había una contabilidad de indulgencias para cada cofradía. También existían, unos listados en donde se mencionaban cuales actividades debía hacer el congregante para obtenerlas. A forma de ejemplo, Asunción Lavrin, recibían un año de indulgencia como premio por asistir al entierro de otros congregantes que fallecían, rezaran por un enfermo y oyeran misa el día de trabajo.

Nota. Para saber más recomiendo el libro Cofradías, capellanías y obras pías en la América Colonial.

Lic. Carlos A. Carrillo Galicia

Licenciado en Historia de México y estudiante de la Maestría en Historia, ambas en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). Actualmente ocupa el cargo de instructor de Historia, Filosofía y Literatura en el Centro de Educación Continua y a Distancia (CECyD-UAEH), así como la presidencia de la Asociación de Historiadores Egresados de la UAEH.

Facebook: @histcarloscarrillo                Correo: hist.carlos.a.c.g@gmail.com 

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