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Las feministas paquistaníes desafían al machismo árabe con una serie que aborda los temas tabú del Islam.
Redacción, 14 de Noviembre.- La serie online “Churails” (“Brujas” en urdú) habla de amor lésbico, explotación sexual y hegemonía masculina. Sus protagonistas son mujeres que se vengan del patriarcado en Pakistán, algo sin precedentes que enfurece a los conservadores.
Dos mujeres adineradas y otras tantas representantes del pueblo destrozadas por los hombres abren una agencia de detectives para localizar a maridos infieles, usando como tapadera una tienda de ropa halal (permitida por la religión musulmana). Y acaban derrotando a una organización machista y criminal.
La polémica surgió en las redes sociales por los diálogos de una escena, que molestaron a parte de la audiencia, sobre todo a hombres.
“Tuve que masturbar dos veces al día a un hombre que me doblaba en edad” para que me contrataran, explica la directiva de una empresa en la serie. “Luego tuve que hacer mucho más para ser recepcionista. Después fui estilista. Y por último su esposa”.
Unos tuits incendiarios hicieron que la serie fuese retirada de Pakistán “de acuerdo con una directiva” de las autoridades, según la plataforma de vídeo india que la difunde, Zee5. “Brujas” fue “restablecida” después de que se “trataran” varios puntos problemáticos, añade en un comunicado.
La escena abordaba “una emergencia”, “la explotación de las mujeres en el lugar de trabajo, sobre todo las más desfavorecidas”, asegura Mehar Bano, una de las protagonistas de la serie.
Pero en un país donde “la cultura de la prohibición” es fuerte y “se ocultan muchos problemas”, la “brigada de la moral” ha impuesto su punto de vista, añade, suspirando. “¿Cómo se va a solucionar un tema del que no se habla?”, pregunta la actriz.
“Un espejo”
La lista de tabúes rotos por la serie parece interminable: incesto, homosexualidad, alcoholismo … “Quería poner un espejo delante de nuestra sociedad”, explica Asim Abbasi, el director. A través de “Churails”, que solo se difunde online, “quería hacer oír las voces de estas mujeres que nunca había visto ni oído en televisión”.
Pero las imágenes han molestado en un país acostumbrado a contenido aséptico, donde las series suelen construirse en torno a una trama inquebrantable: la relación entre una madre ama de casa y su suegra amargada.
En enero de 2019, el regulador pakistaní llamó a las televisiones a abstenerse de transmitir contenido que no retratara “la imagen de la verdadera sociedad pakistaní”, en particular las “escenas en la cama” o “las caricias”.
“Recibo muchos mensajes que dicen que hago que la inmoralidad parezca glamurosa”, lamenta Asim Abbasi. Pero “hablar de un problema no significa glorificarlo”, alega el director, que lo que busca es “entablar un diálogo” sobre estos temas.
No parece el momento idóneo. En los últimos meses las autoridades pakistaníes han emprendido una cruzada contra la “indecencia” y la “inmoralidad”.
La popular aplicación para compartir videos TikTok fue prohibida diez días en octubre. Tinder, Grindr y otras aplicaciones de citas llevan bloqueadas desde septiembre. Un anuncio publicitario de unas galletas en el que una famosa actriz baila corrió la misma suerte.
‘Fuerzas conservadoras’
“Estas prohibiciones causarán un fuerte impacto en el sector tecnológico en Pakistán”, lamenta el exministro de Información y actual ministro de Ciencias Fawad Chaudhry, quien dice estar “en desacuerdo” con el gobierno sobre este tema.
“Es imposible definir la indecencia. Cada persona tiene su propia definición”, opina.
“Que la gente tenga el control sobre su cuerpo y su mente es algo que asusta a las autoridades”, reacciona Harris Khalique, secretario general de la Comisión Nacional de Derechos Humanos pakistaní, quien estima que “las libertades personales están conectadas con las libertades políticas”.
“Las fuerzas conservadoras se manifiestan a través de su misoginia” en Pakistán, una república musulmana donde las voces progresistas son minoritarias, señala.
La censura se acentuó en 2018 con la llegada al poder de Imran Khan, un excampeón de críquet con fama de playboy en sus años de juventud cuya vida dio un giro religioso.
Se retiraron de la venta varios libros considerados polémicos. En octubre, una exposición sobre ejecuciones extrajudiciales cometidas por la policía de Karachi fue destruida dos días después de su apertura.
Una situación “terrible” para la libertad de creación, afirma el juez Hasan Zaidi, exdirigente del Festival de Cine de Karachi, quien compara el periodo actual con el régimen del dictador Zia ul-Haq (1977-1988). “Hay una erosión lenta pero gradual de la cantidad de cosas de las que se puede hablar”.
“Vivimos en la mentira. Vivimos en la negación”, protesta Sarwat Gilani, otra actriz de “Churails”. En esta serie “no contamos la historia de otro país, sino la de nuestro pueblo”, asegura, orgullosa de ser una bruja, un honor que lleva “como una corona”.
por Joris FIORITI para AFP