Redacción, 11 de Agosto.- Los lobos marinos que habitan en el Golfo de California afrontan condiciones cada vez más difíciles para su supervivencia, como consecuencia del cambio climático.
Esa es la principal conclusión a la que llegaron científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quienes han advertido que el 30% de las crías mueren en su primer año de vida y han exigido a las autoridades gubernamentales catalogar a la especie como “amenazada”.
De acuerdo al equipo de investigadores, liderado por la doctora Claudia Janetl Hernández Camacho, experta del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) del IPN, este mamífero se encuentra en riesgo por la baja disponibilidad de presas que hay disponibles para su alimentación.
El estudio analizó distintas variables ambientales del Golfo, como por ejemplo, la temperatura superficial del agua, y detectó cambios importantes. Además, se registraron alteraciones en las concentraciones de clorofila.
Estas modificaciones identificadas en el Mar de Cortés han provocado una disminución de “especies indispensables” para la nutrición de los lobos marinos, como el pez lagarto del Pacífico oriental, la anchoveta, el pez sapo cabezón, el pez serrano ojón o las merluzas, que se ubican a unos 50 o 60 kilómetros de las loberas.
Según la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) el lobo marino (Zalophus californianus) es considerado un mamífero “centinela”; es decir, desde su nacimiento residen y se reproducen en la misma colonia, un comportamiento que se conoce como “fidelidad al sitio”.
“Es una especie indicadora de la salud del ecosistema. Su monitoreo proporciona información temprana de alteraciones o cambios generados en el ecosistema relacionados con el cambio climático o la contaminación, como la presencia de parches o zonas anóxicas en el océano, que disminuyen la disponibilidad de alimento para la especie, afectando directamente a sus poblaciones”, explica Conanp.
Para la investigación se realizaron conteos en 13 loberas ubicadas en el Golfo de California y en ocho islas del Pacífico mexicano. Así se pudo determinar que la curva de mortalidad de este animal dibuja una especie de “U”, ya que las crías, los jóvenes, y los más viejos muestran una “tendencia al alza” a fallecer.
Además, según la doctora Hernández Camacho, los ejemplares adultos también sufren la consecuencia de la falta de alimentos, especialmente los machos, quienes necesitan ingerir una mayor cantidad de comida y para ello se ven forzados a alejarse de las loberas, donde son vulnerables a los depredadores.
“Las hembras mueren a partir de los 22 a 23 años (en promedio viven hasta los 25 o 26 años); mientras que los machos registran tasas de entre 35 al 38% (viven en promedio 18 o 19 años)”, indició en un comunicado el IPN.
A esto se suma la alarmante cifra de fallecimientos entre las crías. Tres de cada diez perecen en su primer año de vida por la falta de alimentos.
Solo en el Golfo de California residen entre 17 y 22 mil ejemplares de lobos marinos, esto es, entre el cinco y el seis por ciento de la población mundial. En el Pacífico mexicano, por su parte, viven alrededor de 52,000 mamíferos, esto es, un 16% del total.
Debido a los resultados arrojados, Hernández Camacho, quien ejerce como jefa del Laboratorio de Ecología de Pinnípedos ‘Burney J. Le Boeuf’, perteneciente al CICIMAR, instó a las autoridades a cambiar el estado de conservación del animal e integrarlo en la categoría de especie “Amenazada”, y no en “Preocupación Menor”, que es en la que se encuentra actualmente.