Paradigma

Marcas, moda y culto a la violencia

México, 1 de noviembre.- Marcas, moda y culto a la violencia. La imagen de los narcotraficantes famosos, de sus mujeres, de sus hazañas criminales, se ha venido idealizando con los años, sostiene Granma. Las llamadas narconovelas, muy exitosas, han hecho una notable contribución para construir una visión romántica de estos asesinos. Hay además todo un aparato propagandístico y empresarial trabajando en el mismo sentido. Se habla de narcoestética y narcocultura, de narco-clothing o narco-ropa.

Pablo Escobar y «el Chapo» Guzmán, entre otros zares de la droga, cuentan con líneas de moda propias. La nueva colección «El Chapo 701» se presentó en julio en una feria, con ropa deportiva, gorras, jeans, sacos, vestidos, cinturones. Los artículos muestran el rostro del capo o el número 701, que es el puesto otorgado a Guzmán por la revista Forbes en su lista de 2009 de los hombres más ricos del mundo.

Según un analista, el jean sin bolsillos, apodado «levantacola», con un diseño que acentúa las curvas de «la mujer latina», surgió en Medellín como fruto de la narcocultura. El narcotraficante expone a sus amantes como «trofeos». Y una «mujer-trofeo» debe ser opulenta, exuberante, codiciada por todos, y requiere una indumentaria apropiada. El hecho es que el jean sin bolsillos colombiano se convirtió en una prenda muy demandada dentro y fuera del país.

Lo más doloroso es que el patrón de belleza y felicidad de muchas adolescentes en Nuestra América esté asociado a la «mujer-trofeo» que usan y ostentan los narcotraficantes, junto a sus ametralladoras, sus automóviles y sus montañas de dólares.

Voces autorizadas han denunciado los efectos de la narcocultura entre gente joven y pobre, que ve allí la posibilidad del salto milagroso hacia un mundo de abundancia. Atrocidades de toda índole están presentes en ese callejón sin salida: desde las cirugías estéticas peligrosas a que se someten las muchachas en su carrera para aproximarse al biotipo deseado, hasta el fervor casi religioso por las armas de fuego y la sangrienta iniciación de niños como sicarios.

Es obvio que las corporaciones de la moda se concentran en hacer dinero, sin detenerse en miramientos éticos. Las marcas (dijo Naomi Klein hace muchos años) no se dedican a vender productos sino estilos de vida. Cuando un joven asume la narco-moda, muestra cierta dosis de simpatía hacia ese «estilo de vida» y lo difunde en su entorno.

Por otra parte, la marca estadounidense Bstroy presentó su colección «primavera/verano 2020» en Nueva York, con unas prendas deportivas (sudaderas) que lucían agujeros al modo de impactos de bala y los nombres siguientes: «Columbine», «Virginia Tech», «Sandy Hook» y «Stoneman Douglas». Hacían referencia a instituciones educativas donde se habían producido tiroteos masivos: el Instituto de Columbine, Littleton, Colorado (1999), con saldo de 15 muertos y 23 heridos; la Universidad Técnica de Virginia (2007), 32 muertos y más de 30 heridos; el colegio de primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut (2012), 27 muertos (de ellos, 20 niños) y dos heridos; y la escuela secundaria Stoneman Douglas de Parkland, Florida (2018), 17 muertos y 14 heridos.

Se alzó un coro de protestas en las redes y en algunos medios de prensa, aunque los directivos de Bstroy dijeron que se proponían sensibilizar a la gente en torno a los tiroteos en escuelas.

El padre de una niña asesinada en Stoneman Douglas tuiteó: «Esto me ha enojado mucho. Si conoces a alguien involucrado con esta línea de ropa, por favor pídele que la detengan de inmediato». El escritor Cliff Schecter dijo que se trataba del «tipo de cosas que solo un sociópata podría inventar». «Estoy horrorizado», comentó uno de los dolientes de Columbine, «esto es asqueroso, puedes llamar la atención de otra manera, pero no te atrevas a ganar dinero con nuestra tragedia». En Twitter, la fundación que honra a una maestra asesinada en Sandy Hook publicó: «Una compañía se está burlando de nuestro dolor y del dolor de los demás». «Solo quieren lucrar», dijeron muchos y exigieron que las sudaderas fueran retiradas de la exhibición.

Pero el escándalo ha servido para dar publicidad al proyecto. Un vocero de Bstroy afirma que la idea inicial era que las sudaderas se mostraran únicamente en el desfile, pero «visto el éxito», están planeando ponerlas a la venta para el público general.

Foto: Código Rojo

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