Nacional
México operó campos de concentración dos veces en la historia
César Peña
México, 26 de mayo.- México operó campos de concentración dos veces en la historia. Estos negros capítulos se escribieron en los años de 1918 y 1945 contra la comunidad asiática. Fueron primero los chinos y luego los japoneses quienes fueron confinados a trabajos forzados. Muchos murieron ante las pésimas condiciones que les ofrecía el Gobierno mexicano.
La historia del campo de concentración chino inició en el presidio de isla Magdalena en el año de 1918. Inicialmente ahí se establecieron los miembros de la logia china Chee Kung Tong, pero al paso de los años, al aumentar la población en los ghettos, se transformó en un campo de concentración.
En el otoño de 1918, recibió a cuatro mil chinos, llegando a tener hasta siete mil en su máxima capacidad, que eran obligados a trabajos en condiciones esclavistas.
«Los hombres eran llevados a trabajos forzados, mientras que las mujeres y niños eran repartidos en las dos huertas cafetaleras que había en toda la isla. Con el tiempo, la población confinada fue muriendo de hambre y desesperación», cuentan las crónicas.
En los años de 1819, 1920 y 1925, llegaron a México cientos de chinos más que fueron obligados a vivir en estos campos de concentración en plena campaña antichina, donde México maltrató, persiguió y mató a esta población asiática que lo único que deseaba era un lugar para vivir.
Campos de japoneses
Una comunidad de japoneses vivía en México desde principios de siglo en varias ciudades del país, sin embargo, su situación dejó de ser tranquila tras el ataque japonés a la isla de Pearl Harbor y la declaración de guerra de Estados Unidos, en diciembre de 1941.
El presidente Manuel Ávila Camacho rompe relaciones con Japón, suspendiendo vínculos comerciales y ordena una serie de restricciones a la pequeña comunidad nipona en México, que rondaba los 6 mil habitantes, quienes fueron concentrados en las ciudades de México, Guadalajara, Cuernavaca y Puebla.
En Morelos, son concentrados en la ex hacienda de Temixco, donde tenían casas de madera y sembraron hortalizas y arroz, teniendo ciertas libertades como salir a la escuela o ir al pueblo y regresar, sin embargo, de una población de 80 personas, se reportaba que algunos no trabajaban, La razón: no tenían sueldo alguno, es decir, trabajaban en condiciones semiesclavistas.
Algunos de los «mal portados» eran trasladados a Perote, Veracruz, donde recibían castigos como consignan documentos del Archivo General de la Nación (AGN). En los campos de concentración se reportaban suicidios y una vida muy difícil para los adultos.
Fue hasta 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, cuando se disolvieron estos campos de concentración y los japoneses pudieron elegir regresar a sus estados de origen o quedarse en estos campos como lo fue el de Temixco o en la Ciudad de México.