Rosalía Guerrero Escudero
A veces, la justicia empieza por poder nombrar lo que antes se callaba. En días recientes se llevó a cabo la mesa “Mujeres y justicia en Hidalgo”, organizada por la Federación Mexicana de Universitarias (FEMU), delegación Hidalgo, bajo la coordinación de la Dra. Elvira Hernández Carvallido. En esta mesa participamos tres mujeres académicas que, desde distintos ámbitos, reflexionamos sobre la lucha feminista, la justicia y las formas de resistencia frente a las desigualdades estructurales.
En mi intervención hablé sobre la lucha feminista por la justicia laboral y la reducción de la brecha de género, a partir de las trayectorias y resistencias de las fotoperiodistas del estado de Hidalgo. Este oficio, históricamente dominado por hombres, sigue mostrando profundas asimetrías en oportunidades, salarios y reconocimiento. Señalé que las desigualdades en el fotoperiodismo no solo responden a la división sexual del trabajo, sino a un orden simbólico patriarcal que ha situado a las mujeres en un papel secundario dentro de la producción de imágenes públicas. La mirada femenina sigue siendo, muchas veces, invisibilizada en los relatos visuales del país, aunque sean ellas quienes documentan con sensibilidad y coraje las realidades más duras.
Pero la mesa no solo fue un espacio académico: fue, sobre todo, un acto de memoria y de reconocimiento. Por primera vez escuché en voz de la Dra. Carmen Rincón Cruz su historia personal. Ya conocía su trayectoria y su enorme legado en la lucha feminista de Hidalgo, pero escuchar su testimonio me estremeció. Relató la doble pérdida que marcó su vida: la de su hija, durante un parto mal atendido, y la de sus órganos reproductivos, a causa de una negligencia médica que la dejó estéril a los 28 años. A partir de ese dolor, Carmen convirtió su tragedia en acción política y social. Su voz fue una de las primeras en nombrar lo innombrable: la violencia obstétrica, una forma de violencia de género ejercida en los servicios de salud que durante años permaneció oculta bajo la normalidad institucional.
La Dra. Martha Guadalupe Guerrero Verano profundizó precisamente en este tema. Explicó cómo, gracias al activismo de mujeres como Carmen Rincón, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para el Estado de Hidalgo incorporó la violencia obstétrica como una categoría reconocida y sancionable. Este logro no es menor: significa que hoy las mujeres tenemos un marco legal para exigir justicia frente a los abusos cometidos en el ámbito médico, y sobre todo, que podemos nombrar lo que nos ocurrió.
Escucharla me llevó a reconocer mi propia historia y la de muchas. Nombrar es sanar, pero también es luchar. Gracias a estas mujeres, hoy sabemos que cada palabra puede abrir una puerta hacia la justicia.
Entonces, ¿qué historia callada crees que aún necesita ser contada para que ninguna mujer vuelva a sufrir en silencio?
