Hidalgo
Narcocultura en la Sierra Gorda de Hidalgo

César Peña
Jacala, 12 de febrero.- Es inconfundible saber cuando has llegado a la Sierra Gorda hidalguense: paisajes envidiables, laderas tupidas de árboles, letreros que piden no cazar a pumas y sobre todo, una amplia fauna, muy diferente a la del resto de la entidad.
Pero también un nuevo signo de ello, son los decenas, tal vez cientos de «nichitos» o capillitas que han sido levantadas sobre la carretera, en honor a la Santa Muerte, que compiten en número con aquellas dedicadas a la Virgen María.
Pasando Jacalilla, las nubes se atiborran en las mesetas. Ahí, un grupo de altares juntos llaman mi atención. Con veladoras, cazuelas y diversos objetos, se distingue una ofrenda dedicada a la Santa Muerte, con 6 figuras que existen en el lugar, una de las cuales es negra, la considerada la más milagrosa, pero de perfil más atemorizante.
Luego, al tomar un camino de terracería, otro altar sorprende por dos figuras en su interior: el de la Niña Blanca y la Martín Malverde, éste último, santo patrono de los narcotraficantes, ornamentados y cuidados con esmero.
Junto a estos signos, es posible escuchar autos y «trocas» que a todo volumen, tocan canciones de Alfredo Ríos Komander, Calibre 50, Chalino Sánchez y los Alegres del Barranco, entre otros.
Bajando por la localidad de Santa Ana, se llega a diversos puntos, algunos rodeadas de vegetación y durante kilómetros nada más que hermosos paisajes, casi paradisiacos. Es esa naturaleza virgen con ríos verde turquesa dignos de una postal.
Ahí, por la noche se escuchan esporádicamente durante las noches, el tronar de armas largas, de los inconfundibles cuernos de chivo lo mismo que detonaciones de escopetas como la AR-15.
La gente, reconoce que ya se acostumbró a ello, pero pocos quieren hablar del tema, sólo aseguran que por las noches no es seguro salir, aunque ya menos que antes y que es mejor quedarse en su casa.
«Ya hace rato que no hay muertitos, por lo tanto creemos que el clima ha mejorado en ese sentido», dice una pareja de unos 70 años que atiende una pequeña tiendita junto a su nieto.
Nuestros jóvenes son de buenas costumbres, sólo que les hemos dicho que no hagan amistad con gente de otros lados, pues puede resultar peligroso, menciona José, encargado de la Casa de Salud de El Coyol, ya en Chapulhuacán.
En esa, como en otras localidades, los jóvenes aman el deporte, en especial el básquetbol, que a diferencia de otros lugares, tienen canchas bien equipadas para practicarlo.
En este recorrido por la Sierra Gorda, inclusive, se pudo ver en un pequeño poblado, lo que hasta ni en las ciudades: tableros con aros movidos con mecanismos hidráulicos con marcadores digitales como sólo se pueden ver en Estados Unidos.
Y es precisamente el origen de muchas cosas en este lugar de Hidalgo; la economía migrante se siente y se huele a cada paso, que dice la gente, trae cosas malas, pero también, muchas otras buenas.