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Espectáculos

Robert Pattinson, la estrella que renegó de la fama y ahora busca reconciliarse con Hollywood

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Redacción, 20 de Diciembre.-En general, los grandes actores le deben a un proyecto en particular la posibilidad de haber llegado a la cúspide de la meca del cine. Y también, mantenerse en las alturas. Como una regla exacta, cada nombre propio está vinculado a una filmación. Siempre hay un punto de partida que les permite despegar y sobresalir de la media de sus colegas. Sin ir más lejos, Crepúsculo terminó de pulir a uno de los actores de Hollywood que venía en alza y del cual muchos hablaban: nombrar la saga nos lleva directamente al inglés Robert Pattinson.

Personificando al vampiro Edward Cullen, supo sacar a la luz su escuela y su talento. Le valió tener otra consideración. Dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad. De ahí en más se ganó otro respeto y empezó a codearse con los más importantes de su rubro. Si bien estado en Harry Potter un año antes, los laureles se los llevaron otros. Y Robert fue uno más.

Se cumplieron 12 años de la primera entrega de Crepúsculo y los fanáticos aun siguen recordando a uno de los vampiros predilecto del mundo del cine. Muchos recuerdan su papel y el de Kristen Steward. Juntos hicieron una dupla que fue más allá de lo profesional y pasó a lo sentimental. Fueron el eje de una historia cautivadora que muchos expertos consideraron casi perfecta en su género.

Con el paso del tiempo, se fueron conociendo pormenores y detalles de los largos días de filmaciones. A grandes rasgos, y centrándonos en este chico que logró sobresalir, uno de los que siempre estuvo en el ojo de la tormenta, fue justamente Pattinson. Hizo todo lo posible para no ser parte pero, por suerte para él, no logró quebrar lo que el destino le tenía preparado.

Cuentan las narraciones de aquel momento que desde el primer día estuvo compenetrado con el proyecto, con darle vuelo propio a su personaje. En este contexto, notaba que las indicaciones que le daban no le servían para lo que entendía como la perfección. Las discusiones con la producción eran moneda corriente. El set se frenaba por su culpa y se perdían varias horas de trabajo. “Yo estaba compenetrado en hacerlo muy serio y me peleaba con todos. Yo creía tener la razón en lo que buscaba, lo tenía en mi cabeza”, le contó tiempo después a The New York Time.

Por decantación, el ida y vuelta llevó a un desgaste que obligó a los responsables a tomar medidas para que no tuviera repercusión en el resto del elenco. El clima, para ese entonces, ya no era el ideal. Si bien estaban convencidos de sus cualidades, no poder manejar la situación también se ponía en la balanza. ¿Hasta cuándo iban a poder seguir así? Intentaron por lo menos grave: convocaron a sus representantes para que intervinieran en el conflicto. En esa charla, surgió un ultimátum. Lo contaría el propio Pattinson tiempo después: “Mis agentes vinieron un día y me dijeron: ‘Cambiás ahora o te van a despedir hoy mismo. No quieren seguir trabajando contigo en estas condiciones’”. De más está explicar qué camino tomó.

Pero ese no fue el único conflicto que atravesó. El amor también le jugó una mala pasada y una vez más quedó en el foco de la tormenta. En Crepúsculo se conoció con Steward y comenzaron una relación de noviazgo por fuera de la ficción, que perduró a la novela. Él mismo hizo referencia y se escudó en que eran muy jóvenes y que vivieron el comienzo de ese amor de una manera muy especial.

El romance hizo que Pattinson intentara cambiar parte del guión, porque quien para ese entonces era su novia oficial tenía distintas escenas románticas con otros personajes. Los celos jugaron fuerte, y abrió un nuevo intercambio. Los relatos de años atrás indican que no lo soportaba, que le hacía mal verla con otros, más allá de que fuera ficción. Los productores lograron subsanar esa situación para seguir adelante y hacer de la filmación uno de los grandes éxitos del cine internacional.

“Si entras en una relación con alguien, la forma de hacerla más intensa es si casi no puedes hablar con otros, si casi no pueden tocarse. Así es como son las relaciones adolescentes. Mis agentes me lo volvieron a decir. Ese día volví de comer y ‘Hola’, como si nada hubiese pasado”, recordó Robert al tiempo, con una sonrisa.

Presión y trabajo interno

Luego de su paso por una de las series adolescentes por excelencia, la fama le colocó una suerte de aura. Inmediatamente se convirtió en un ídolo de multitudes. A la par, la industria supo -y sabe- cómo sacarle provecho a eso que se ganó por derecho propio y que lo catapultó. Pattinson es uno de los favoritos de una generación que lo adoptó, convirtiéndolo en un ícono. En un momento, Hollywood se rindió a sus pies.

Sin embargo, el hijo pródigo por adopción se cansó de las luces brillantes de la fama. En un momento de su vida necesitó frenar, acomodarse, para luego recomenzar. De un día para el otro se encontró con que los fans y la prensa le hacían interminables guardias. No encontrar privacidad, no lograr ir a un supermercado como lo hace casi todo el mundo, lo encandiló, y le causó un fastidio que lo sacó de su eje hasta que estalló. Una serie de sentimientos se apoderaron de su ser.

En pleno auge, acudió a la Justicia para pedir protección policial. Hasta ese límite supo llegar. En su declaración, comentó que temía por su vida por la agresividad con la que los paparazzi lo abordaban. En una oportunidad, se le puso un auto a la par y, con el susto, Pattinson hizo una mala maniobra que lo desvió de su carril. No pasó a mayores. Pero luego se comprobó que quien lo seguía era un fotógrafo en busca de una imagen más.

Robert empezó a hacer terapia. Estaba desbordado. Su cabeza explotaba. En una oportunidad contó que nunca había ido a tratarse hasta que la fama se cruzó en su camino. Hace un tiempo, en una entrevista con la revista GQ de España, manifestó: “Todavía tengo el recuerdo terrorífico de los paparazzi. Todavía me pongo una armadura protectora, una capucha y una gorra. Mucha gente piensa: ‘Está bien, son solo fotos o lo que sea, solo vive tu vida’. Pero para mí eso no es vida, no lo es si alguien me está observando todo el tiempo”.

Todo eso que lo atormentó lo llevó a alejarse de la meca del cine para probar suerte en Europa, aunque cada tanto está volviendo a su primer amor, más allá de todo lo que renegó dentro del mundo hollywoodense. Con un cierto resguardo, o al menos con menos asedio, empezó a disfrutar desde otro lugar, intentando sacarse peso de encima. “No hice nada para ser famoso ni lo hago ahora para mantenerme dentro de la fama”, advirtió en 2018, ya algo más tranquilo y haciéndose cómplice del juego, pero -como suele decir- todavía sin comprenderlo como tal.

En los tiempos que corren, Pattison sostiene estar curado de esa enfermedad causada por la exposición, y que muchos otros no saben o no pueden asimilar. “Ya no tengo estigma por haber hecho Crepúsculo. Tampoco lo tuve antes: estoy orgullo de cada uno de mis trabajos. Todas las películas que he hecho, desde que accidentalmente me convertí en actor, han sido muy personales. Esto es una marea: un año piensas una cosa, y otro año piensas otra”.

Parado en otra vereda, a lo lejos, mira hacia atrás y recuerda aquellos años tormentosos. “Mi ego tuvo que enfrentarse a muchas cosas. A mí no me gusta llamar la atención o que la gente me abrace por la calle… Todo eso me obligó a cambiar”.

Mejor plantado, y porque de alguna manera ese sabor que le produce “ser parte de…” no es tan agrio como parece, más allá de las consecuencias secundarias, se prepara para volver a su lugar. En los últimos meses comenzaron las filmaciones de The Batman, y Pattinson ya se probó el traje de este personaje que supo ir más allá de las historietas. Un nuevo protagónico que lo devuelve al lugar del que se fue por el estrés que le causó.

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