Es imposible borrar de mi memoria aquella imagen: un superhéroe, enfundado en un traje azul, cruzando los cielos con una majestuosa capa roja. Y qué decir de la música que lo acompañaba: La Marcha de Superman, pieza orquestal, autoría del genio John Williams, que se convirtió en un himno para quienes fuimos niños a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Hoy, es imposible no recordar al Hombre de Acero en la versión de Richard Donner, protagonizada por el inolvidable Christopher Reeve, estrenada en la gran pantalla en 1978.
Casi 47 años después, ha llegado a las salas de proyección la más reciente versión cinematográfica de Superman, esta vez, bajo la dirección de James Gunn, con David Corenswet interpretando al máximo héroe del Universo DC (DCU); con Rachel Brosnahan como Lois Lane, y el carismático actor británico Nicholas Hoult como Lex Luthor.
Jerry Siegel (guionista) y Joe Shuster (dibujante), fueron las mentes que crearon a Superman, eran los tiempos finales de la Gran Depresión en Estados Unidos. Fue en junio de 1938 cuando este personaje tuvo su primera aparición en la revista Action Comics. Ese par de jóvenes que concibieron a una de las más influyentes figuras de la ficción del siglo XX, probablemente jamás imaginaron que estaban dando vida al mito más grande de la cultura pop occidental.
Un mito que, así como lo definió el semiólogo italiano Umberto Eco en su ensayo El mito de Superman, incluido en su libro Apocalípticos e integrados, publicado en 1964. Nadie, hasta la actualidad ha logrado hacer una disección tan precisa de este icónico superhéroe, como la que elaboró Eco, otorgándole atributos míticos a este popular personaje, concebido entre las dificultades de una precaria etapa social y económica de Estados Unidos.
Superman, es un ente ficticio que representa la historia de alguien que es condenado a vivir fuera del tiempo histórico, cuyos actos deben resolver conflictos inmediatos sin permitirle una verdadera evolución: así lo conceptualiza Umbero Eco. El Hombre de Acero —hijo de dos mundos, de Krypton y Kansas— no solo marcó el nacimiento del superhéroe como género de viñetas, cómics y, desde luego en el cine, sino que encarnó la ideología de un sistema y una estética que han resistido y sobrevivido durante más de ocho décadas.
Aunque ya antes, a finales de los años 40 hubo una serie de producciones de cine clase B, de bajo presupuesto. La creación fílmica del Superman de Richard Donner, de 1978, es legendaria e inigualable. El guion escrito por Mario Puzo, autor de El Padrino; la música es una obra magna de John Williams. Además de la memorable interpretación de Christopher Reeve como Superman, contó con Marlon Brando como padre del Kal-El (nombre kryptoniano de este superhéroe); y, con Gene Hackman como el villano Lex Luthor.
Creo que, aquel ya lejano Superman del que escribió Eco en 1965, ese mito moderno, llegó a su fin en 1978. Las películas que siguieron, tanto las de los años 80, como la del 2006: Superman Regresa; o las protagonizadas por Henry Cavill desde el 2013: El hombre de acero; hasta La Liga de la Justicia de Zack Snyder, en 2021; separaron al mito surgido de una viñeta, para dar forma a una marca global, ícono poderoso del mercado popular masivo. Superman ya no vende ideales, no solo vende entradas para el cine, vende productos.