Opinión
UAEH y la corrupción de los exámenes de admisión
César Peña *
La aceptación de la rectoría de la UAEH, en un primer momento, de que hubo anomalías en la aplicación del examen de admisión del 18 de noviembre para luego, suspender la presentación de resultados y reagendarlo para el 8 de diciembre, sugiere más irregularidades de las que se pensaba remediar.
Primero que nada, quien decidió aplicar los exámenes del día 18 de noviembre de manera híbrida –presencial unos y en su casa otros-, fue la propia UAEH, quien no tenía problema alguno para ocupar las instalaciones completas como lo hizo ya el 8 de diciembre. Segundo, quien aplicó ambas evaluaciones fue Ceneval, quien debió entregar un Informe completo a la UAEH y luego ésta a la comunidad universitaria y sociedad, de quiénes y cómo intentaron hacer trampa para desde luego negarles el examen y hacer las investigaciones correspondientes.
Pero nada de eso se hizo. Ni se sancionó a nadie, ni se investigó nada por lo que es altamente sospechosa la afirmación de las autoridades universitarias, que por primera vez sugieren un problema omnipresente en la UAEH: la venta de los exámenes de admisión de la que todos nos hemos enterado menos ellos cada ciclo escolar y que ahora, por una extraña moral justiciera, obligaron a cambiar todo sin pedir siquiera una disculpa a los aspirantes ni a la sociedad.
Es obvio que los exámenes que se venden salen desde el interior de la Universidad y que salen de manos de algún funcionario o en su defecto, de alguien en la cadena del propio Ceneval, un asunto totalmente espinoso del que nadie quiere hablar y que no se investiga pero que ha sucedido desde que el “dueño” de la UAEH, Gerardo Sosa, ha metido mano en la institución.
Este era el mecanismo a seguir y no modificar todo el calendario que hasta desfasó la Segunda Convocatoria y dejó sin posibilidades a muchos aspirantes que si bien les iba, harían cola en la llamada lista de espera.
Detrás de toda la aparente solemnidad, rectitud y honorabilidad que muestra el rector actual Octavio Castillo Acosta como sus antecesores, existe un problema de corrupción y tráfico de influencias que sirve para favorecer el ingreso de familiares y amigos de los funcionarios universitarios sin importar el puntaje en el examen de admisión. Eso todos lo saben, como también las becas que se entregan a éstos mismos y que resultan groseras como lo fue aquella de casi un millón de pesos que recibía la hija de Gerardo Sosa.
La UAEH aún mantiene el tufo de inmoralidad que la ha caracterizado y que sigue generando más dudas sobre el desempeño de sus autoridades, que siguen fieles a ese clan mafioso llamado Grupo Universidad y que pese a la detención ahora de Damián Sosa, sigue manipulando muchos frentes al interior de la institución.
* Escritor, periodista y economista