El noroeste de Siria sigue sin ayuda humanitaria.
La falta de maquinaria pesada y de equipos bien equipados ralentiza las operaciones de rescate en Siria.
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Sin embargo, a pesar de las pocas posibilidades, los Cascos Blancos de la provincia de Idlib siguen rescatando a familias enteras de entre los escombros.
Los daños en las infraestructuras tras años de guerra civil también han complicado la entrega de ayuda tras el devastador terremoto del lunes en la región.
Muchos edificios residenciales han quedado destruidos, dejando a miles de personas sin hogar. Las bajas temperaturas dificultan las labores de rescate, mientras que muchos de los desplazados se ven obligados a quedarse en las calles.
Yusef Al – Hasawy, desplazado sirtio desde la ciudad de Alepo explica: «Para sobrevivir, ¿a qué otro sitio puede ir la gente? No tienen opciones, no tienen casas, no tienen tiendas, ¿dónde pueden ir? Sólo pueden descansar aquí hasta que la situación mejore».
Para los supervivientes la situación es aún peor en el noroeste.
Las zonas controladas por los rebeldes, cerca de la frontera con Turquía, no pueden recibir ayuda de las partes de Siria controladas por el gobierno sin autorización de Damasco
La ONU ha pedido a las autoridades que dejen a un lado sus políticas previas para ahora garantizar que los equipos de rescate puedan continuar su labor
Más de 1 500 personas han muerto sólo en la provincia de Idlib, mientras el gobierno de Basar al Asad culpa a las sanciones europeas y estadounidenses de la falta de ayuda.