Connect with us

Opinión

¿Y si decimos gracias?

Publicado

el

Gabriela Cruz Valdés

Una palabra tan cotidiana como “gracias” puede hacer la diferencia entre un día fatal y uno exitoso.

Inicias tu día echando un vistazo a las redes sociales, o a cualquier otro medio de comunicación, “porque hay que estar al día con lo que acontece en nuestro mundo”. Y así te das la primera recargada de fatalismo e información que te programa para vivir el peor día de tu vida.

Justamente, piensas que estás en peligro constante, porque hoy en las noticias dijeron que subieron los precios, que habrá tormentas, que hay asesinos sueltos, que los secuestros están a la orden del día, que los robos y asaltos son cosa común, que la humanidad está a un paso de otra guerra mundial.

Sales de casa, ya contagiado o contagiada de una histeria colectiva. Después, en el transporte o en tu auto, ves cómo todos se mientan la madre por la prisa de llegar, porque alguien no dio el paso, no respetó una regla vial, o su distracción provocó un accidente. En el menos dramático de los casos, solo presenciaste una riña verbal.

Llegas tarde a tu destino; si es el empleo, el jefe o la jefa ya te tiene una montaña de trabajo pendiente, un regaño, un reclamo, un sinfín de cosas por resolver. Tu compañera o compañero se acerca para desahogarse contigo y depositar una carga más de información emocional más a tu ya muy saturado disco duro, y no falta quien llegue a hacerte la vida imposible.

Así se despliega una serie de acontecimientos que, si bien te va, te devuelven a casa con hartazgo total y odio por la vida; entonces, piensas: ¿Para qué? ¿En dónde está el sentido de todo esto? Así termina tu día, triste, deprimente, con cansancio y poca esperanza.

Pero, si en lugar de iniciar o terminar el día con malas noticias, haces de la gratitud una práctica cotidiana; si al llegar a casa, con todo y fastidio, respiras profundo y te das unos minutos para tomar una libreta y escribir, al menos, tres cosas por las cuales agradecer, ¿cambiaría algo en tu vida?

No lo digo yo, lo dice la ciencia…

No hay muchos estudios científicos en torno al tema de la gratitud, pero sí existen y han ido en aumento en el área de las neurociencias.

En este sentido, algunos estudios que utilizaron como método las resonancias magnéticas apuntan a la gratitud como una forma de estímulo o condición que causa algunos efectos en distintas áreas del cerebro, sobre todo en la corteza prefrontal medial, un área que tiene que ver con el aprendizaje y la toma de decisiones.

Muchos de los análisis se dirigen a un efecto positivo, incluso, en personas con condiciones de salud adversas, no solo mentales sino también físicas; algunos han arrojado como resultado que la práctica con mayor impacto en un cambio positivo mental de las personas es la escritura.

De acuerdo con un artículo publicado por BBC News, al aplicar un estudio con determinado número de personas que escribieron una carta de gratitud durante diez semanas, se detectó que se sentían con mayor optimismo respecto a su vida, practicaron más ejercicio y visitaron menos al médico.

En este mismo estudio, reportado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard “Giving thanks can make you happier” (Dar gracias te puede hacer más feliz), pidieron a otro grupo de personas que escribieran cosas negativas respecto a su cotidianidad y estas mostraron un resultado contrario al del agradecimiento.

El lenguaje como factor de cambio

Hay una frase de Jean-Jacques Rousseau: “La gratitud es el deber que debe ser recompensado, pero que nadie debe esperar la remuneración”.

Si consideramos a la gratitud como un principio y no como un fin, es decir, si hacemos de esta una práctica cotidiana, aunque parezca que hay pocos motivos, no solo podríamos cambiar el transcurrir de un día, sino también su efecto en la vida.

Si cada individuo llevara este hábito a su andar diario, podría generar un impacto colectivo, incluso, que redujera en mucho la incidencia de acontecimientos adversos que nos aquejan como sociedad y generan un entorno de incertidumbre y violencia lamentablemente común.

El lenguaje es un factor vivo, su impacto mediante la comunicación hablada o escrita puede hacer la diferencia entre ese día fatal o la construcción de una mejor sociedad.

Gracias.

Continue Reading
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *