Paradigma

“…Y vivieron felices para siempre”, la idealización del amor

Entre majestuosos castillos, largos y ostentosos vestidos, varitas mágicas, hermosos bosques, cantos y jugueteos de las aves, blancos corceles, damiselas en peligro esperando ser rescatadas y príncipes con sonrisa blanca como las nubes que rescatan, surgen los grandes cuentos llenos de romanticismo rodeados de fantasía y una forma simplista de dibujar el amor.
Hoy en día seguimos, buscando respuestas sobre él, viajando por diversas hipótesis, explicaciones, pasando de ciencia en ciencia para lograr encontrar la respuesta y así, poder tener en nuestras manos la “pócima mágica” para descubrir y comprender la mejor manera de vivir un gran amor y mejorar la forma de relacionarnos en pareja.
Aunque resulte doloroso para la sociedad, es necesario romper las creencias del amor, pues distan mucho de esos cuentos románticos y que a través de generaciones ha perpetuado la idealización del amor mediante frases como “el amor lo soporta todo”, “da todo sin esperar nada a cambio”.
Diversos autores han expresado sus ideas, tal como Erich Fromm quien hace mención a la idea prevaleciente sobre el amor “que no hay nada más fácil que amar”, quien nos lleva de la mano a darnos cuenta de lo sobrevalorado que resulta el tema y seguramente quienes han vivido diversas y complejas experiencias en nombre del “amor”, estarán pensando en lo casi cómica que resulta dicha expresión.
No, el amor no es como la lluvia que cae sin previo aviso, tampoco es algo que sucede a las dos semanas de conocer a alguien o peor aún, no surge simplemente al cruzar la mirada con alguien que nos resulte atractivo a la vista o con su charla, el amor al ser una forma de relacionarnos con otro individuo, es o debería ser, una construcción, donde los valores, límites, metas, sueños, comunicación, detalles, buen trato sea mutuo, donde dos adultos se traten como tal y estén dispuestos a modificar conductas que dañan, es decir, donde cada uno asuma la responsabilidad y su rol en la relación con la finalidad de crecer, apoyarse, admirarse, desearse, divertirse, volverse cómplices de vida y jamás responsables de la felicidad del otro.
Es despertar una mañana y no soportar el mal aliento de la pareja, es no coincidir en diversos puntos de vista, es tener gustos distintos, molestos hábitos y manías, es discutir por pequeñeces, es extrañar los momentos de soledad y celar los espacios personales…también de estos elementos se compone el amor y la diferencia está en distinguir el abismo enorme entre fantasía y realidad, así que, la próxima vez que pensemos en el amor, será mejor cambiar el final del cuento de un “Y vivieron felices para siempre” a un ”hasta donde sea sano”.

Salir de la versión móvil