Opinión
El vecino “Freaky”
Por: Hugo César Martínez
Aquel vecino que podemos cruzar en la calle, en el ascensor o en el transporte público, y que un día termina en las portadas de los diarios ante el asombro de todos. Sí ese vecino, con características singulares, que pueden radiar en una mente delirante, en un compulsivo para planear un crimen maestro, un megalómano depresivo, un ente fragmentado.
“Freaky” es un adjetivo empleado coloquialmente para referirse a algo o a alguien “extraño”, “raro” o “excéntrico”, según las definiciones, estos individuos conforman un estereotipó social, donde representan comportamientos inusuales o actitudes fuera de lo tradicional, y que es reflejado desde la forma de vestir, por gustos o intereses relativos a formas de pensar, de imaginar, de crear o de percibir el mundo en lo particular o general. Otra característica es que se consideran y actúan como “personas introvertidas”, según los estudiosos pueden llegar a considerarse una Subcultura, que reúne una numerosa comunidad, para complementar la descripción, en la Real Academia Española podemos encontrar el termino como “Friqui”, donde coincide y añade lo siguiente “Persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición”.
El director Todd Phillips, alienado por esta individuo, recrea y lleva acabo la osada producción de uno de los filmes mas agudos que rompen el cristal de lo convencional en el mercado de la cinematografía, variablemente del consumismo Hollywoodense, esta cinta viene a tragar la percepción del espectador ante el mundo contemporáneo, lo mastica entre los colmillos de la estética de los años 70, y lo arroja en el profundo proceso de reflexión sobre el “Individualismo”, el repudio, la ceguera social y la miseria que significa el capitalismo, ante el perturbado individuo que yace en las calles, ese individuo que suspira en su oficio, que añora y recrea sueños de realidades inalcanzables por su simple condición, la franca analogía entre el héroe y el villano se encuentra en una línea tan delgada como el estallido de desarrollar un “episodio psicótico”, el escenario de esta trama muestra los “estratos sociales” que rigen la dinámica en que el individuo debe comportarse, demuestra vilmente el “ejercicio punitivo de control”, ese control del que nos hablaba Michael Foucault, en su obra “Vigilar y Castigar”, entonces aquel eterno panóptico, esta instaurado en el “inconsciente colectivo” y se manifiesta de metódicas formas, oprimiendo la esencia (o lo que queda de ella) de las sociedades y que repercute drásticamente en el individuo, para que a su vez, regrese como efecto “boomerang” a corresponder la hostilidad y los daños colaterales al mundo que lo construyo.
Si bien es cierto que este personaje (Freaky) tiene su inspiración en una historieta, esta última ¿Dónde tiene su origen?, Bill Finger y Bob Kane resultan ser lo cocreadores de una serie de personajes, quienes enmarcados por la interacción directa con la “Depresión Económica de 1929” en los Estados Unidos, donde padecieron los estragos que irónicamente los llevo a trabajar juntos a finales de los años 30, ¿No resulta este escenario un “deja vu” previamente descrito?, ¿No resulta que Finger y Kane sean “Personas que practican desmesurada y obsesivamente una afición” (según la RAE?. ¿A caso no resultan ser ellos el vecino freaky?. Por ello la obra de Todd Phillps, se convierte en una “alucinación exquisita”, que deja más preguntas a la imaginación e interpretación del espectador. Probablemente el flashback (la intercalación de tiempos y acción de la narrativa) de la llamada “Hora mágica” (11:11) para pedir un deseo, o el “Despertar del alma”, resulta algo inherente en cada escena que sucede con “Arthur Fleck”, por lo tanto, concluiríamos meramente en ser una “Sociedad Freakyn”, llena de delirio, megalomanía, y fragmentación sobre lo que vimos o queremos ver. O tal vez, lo más probable “no lo entenderías”, The Joker.