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Opinión

A Julieta Fierro, hada real

Publicado

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Gabriela Cruz Valdés

Hace unos meses, un amigo, muy emocionado, me mostró uno de los libros más recientes de Julieta Fierro, gran científica mexicana que fue integrante del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Academia Mexicana de la Lengua.

El título del libro es Astronomía, ¿para qué?, y, además de tener información científica, contiene poemas de otra brillante mujer, Angelina Muñiz-Huberman, originaria de la comuna francesa Hyères, doctora en Letras y catedrática titular jubilada de la UNAM.

¿Astronomía y poesía? Quizá no suene tan razonable en lo cotidiano, pero gracias a la sensibilidad e ingenio de Julieta Fierro, tenemos literatura como esta que llegó a las manos de mi amigo y que, después, con gran cariño, me prestó.

Para Julieta Fierro, la ciencia siempre debía estar al alcance de todas las personas; porque todo es ciencia, y dedicó gran parte de su vida a demostrarlo de una manera muy particular.

Cuando tomé el libro en mis manos y le di una hojeada, recordé que, hace unos diez años, mientras amamantaba y criaba a mi hija en casa, veía una serie para niñas y niños, en el Canal Once, llamada “Sofía Luna, agente especial”, cuya producción fue asesorada por Julieta Fierro, quien también actuaba ahí.

La serie llamó mi atención por la forma de presentar a la ciencia, divertida y mucho más fácil de entender que las aburridas lecciones en la escuela. Era una historieta con misiones especiales, espaciales y la malicia de un villano poco común.

Ya antes había tenido acercamiento a la trayectoria profesional de Julieta. Quienes hemos tenido el privilegio de estudiar en la UNAM sabemos que es un referente obligado, un orgullo universitario.

Julieta Fierro estudió Astrofísica y Física en la UNAM, estuvo siempre comprometida con la divulgación de la ciencia y empleó todos los recursos posibles para ello: escribió más de 40 libros, artículos, daba conferencias, asistía a programas de radio, de televisión, y siempre mostraba su gran pasión y entusiasmo por lo que hacía. Fue una investigadora comprometida y multipremiada.

Hace tiempo, también llegó a mis manos otro libro que solo alguien como Julieta Fierro podría haber ideado, El libro de las cochinadas. Sí, así como lo leen, un libro en donde, junto con Juan Tonda, esta brillante científica mexicana escribió sobre cochinadas. Ambos autores, convencidos de que, como divulgadores de la ciencia, podrían aportar algo sobre un tema del que mucha gente habla, pero pocas personas escriben con “formalidad”, aunque a diario le dediquen parte de su tiempo, algo como la caca o un escupitajo. En la introducción advierte: “…es tal vez un libro ‘prohibido’ que a algunos adultos les dará vergüenza comprar, más no leer…”.

Para la reciente edición de la Feria Universitaria del Libro de la Universidad Autónoma del estado de Hidalgo, se programó el viernes 29 de agosto la presentación de otro de los más recientes libros de Julieta Fierro, Las nuevas herramientas de la astronomía.

Cuando supe que estaría en la FUL, preparé el libro de mi amigo y el mío para pedirle su firma a Julieta. Le dije a mi hija que la llevaría a conocer a una gran científica que, estaba segura, le caería muy bien por su forma de enseñar la astronomía. Me preparé con mucha emoción para verla; pero, sobre todo, quería que mi hija se motivara al escuchar cómo contaba que de niña quería ser un hada para transformar al mundo y luego se convirtió en una astrónoma muy reconocida.

Fuimos de las primeras en la fila para entrar al auditorio, nos sentamos adelante. Al momento de comenzar, los lugares del panel fueron ocupados por otros académicos que hablarían de ciencias sociales.

En medio de mi confusión y molestia por no ver ahí a Julieta Fierro, revisé tres veces el programa de la FUL para ver si yo me había equivocado. No, no había error, era el lugar y la hora, pero no era la actividad programada.

Más adelante, encontré a una de las personas organizadoras y me dijo que Julieta Fierro había cancelado esa mañana porque se sentía enferma y no podría llegar. Debo reconocer que no creí en la respuesta, así que salí de la feria decepcionada y con mis libros sin firma.

Exactamente, tres semanas después, el viernes 19 de septiembre, recibí la noticia de que Julieta Fierro había muerto. Entonces, mi corazón palpitó a la velocidad de la luz y un viento frío entró por mi nariz y me recorrió todo el cuerpo. Había estado tan cerca de conocerla personalmente y expresarle mi admiración, pero eso ya no sería posible.

Recordé que a Julieta Fierro le entristecían las injusticias sociales, entre las cuales destacaba el poco apoyo a la divulgación científica, el escaso impulso para que más mujeres se dediquen a la ciencia y la falta de espacios para que puedan desempeñar su papel como estudiantes, profesionistas, madres, líderes, etcétera.

Y aunque ahora se reconozca su gran trayectoria como divulgadora científica, quizá no se haga en su justa medida, ya que mucha gente aún desconoce las valiosas aportaciones que hizo para que el conocimiento del universo fuera más entendible y accesible para todas y todos.

Ahora nos queda hacerle justicia a su incansable labor, divulgando todo lo que ella trabajó para que nosotras las mujeres, los hombres, la niñez y la juventud, aprendiéramos que: «Cada carbono tuyo, cada oxígeno, estuvo antes en el interior de una estrella».

Yo creo que Julieta, por fin, cumplió su sueño de convertirse en hada y ahora mismo está recorriendo esas galaxias que tanto estudió. Y para concluir este pequeño homenaje a la gran mujer que nos dejó tanto en su paso por este plano terrenal, les comparto, íntegra, parte de la reseña que hizo de ella misma en su libro Astronomía, ¿para qué? (2024):

“Soy Julieta Fierro, astrónoma, me dedico a la divulgación de la ciencia, tengo tres cuartos de siglo de existencia.

                Cuando era pequeña, quería ser hada para poder aliviar los pesares humanos…

                Ahora yo me siento como una mujer vigorosa, con un trabajo interesante y retador, a la que no le importa no saber cocinar, ni que la cama no esté tendida. Me gusta tener un galán y bailar…

                No me gusta que haya tanta injusticia, no hay más que salir a la calle para que lo asalte a uno la pobreza de tantas personas; duele…

Pero, para mí, lo mejor de lo mejor es mi familia y la UNAM… la UNAM me ha dado todo: educación, trabajo fuera de serie, amor, libertad, cultura, oportunidades, amigos, oficina y ayuda con las novedades electrónicas…”

No escribiré “descansa en paz”, sino, sigue haciendo magia desde donde estés, hada Julieta, que tus polvos galácticos motiven a muchas niñas y mujeres para que sigamos tu ejemplo y, por fin, podamos tener todo es que tú soñaste para nosotras y para la humanidad. ¡Buen viaje y muchas gracias por existir!

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