Opinión
#Acento 2018 y 2020, dos resultados electorales engañosos para apostar al futuro.
La normalidad democrática de cualquier país se mide por el grado de incertidumbre en el resultado electoral que se espera cuando uno de estos se pone en marcha. En español: si al iniciar un proceso electoral no se sabe quien va a ganar, eso es normalidad democrática.
Hace apenas 20 años, ser candidato del PRI era garantía de triunfo, lo más complicado era obtener el favor de la candidatura. El famoso dedazo. Hoy ya no es garantía de nada. Y eso es bueno en termino de evolución de nuestra defectuosa democracia mexicana.
En Hidalgo todavía nos falta un poco, somos de los pocos Estados en los que no conocemos la alternancia en el poder Estatal. Solo hemos estado cerca.
En 2018, Morena en solitario ganó 7 de los 7 distritos electorales federales que conforman la entidad, 17 de los 18 distritos locales y las 2 senadurías de mayoría, todas estás las ganó porque al mismo tiempo arrasó la elección presidencial. Si los candidatos ganadores se hubieran quedado a dormir en su casa toda la campaña de igual manera hubieran ganado. Entonces no ganaron ellos, ganó su candidato presidencial y eso le ayudo a que ellos también ganarán. Siendo un partido con estructura mínima, sin candidatos propios, Morena ganó sin haber construido el triunfo, fue beneficiario de un fenómeno electoral.
En 2020, el PRI se ha convertido en el partido con más votos y mas triunfos del proceso de renovación de Ayuntamientos en Hidalgo.
En 2018, los de Morena creían que con su resultado ganarían todas las elecciones para ayuntamientos en 2020, los menos optimistas aseguraban que ganarían en 60 municipios, hasta los que pensaba que ganarían hasta 80 municipios. Al final ganaron menos de una decena.
En 2018, el PRI como nunca perdió todo, decretaron su muerte, y en 2020 volvió a ser la primera fuerza política, pero pensar que por eso seguirá siendo lo mismo en 2021 y en 2022 es volver a equivocarse como ya lo hizo Morena.
Los triunfos, ni las victorias electorales son para siempre, a pesar de compra de votos, manipulación de urnas, dados cargados y autoridades electorales parciales, con empujones hemos llegado a una normalidad democrática en el que nadie puede decir por adelantado que ya tiene ganado el futuro proceso. Salvo que quiera tragarse sus dichos meses más tarde.
Estrictamente pese a los errores, infiltrados, ventas, falta de organización, improvisaciones, falta de dirección y los factores externos del contexto de la competencia inequitativa, Morena creció respecto a la elección municipal previa en la que solo había obtenido el triunfo en el municipio de Chilcuautla, esta es la otra mirada que se podría dar para lavarse la cara de la torpeza y vendimia de que fueron objeto.
Para el PRI también hay dos raseros, una que resucitó siendo el PRI, después de que muchos se apresuraron a decretar su muerte, igual que como les ocurrió en los meses del 2000, cuando por primera ocasión perdieron la Presidencia de México. La verdad es que no resucitó, sino que las circunstancia cambiaron y en gran parte cambiaron porque quienes están al frente de ese partido, hicieron mucho para que estas cambiaran.
La otra lectura es que no deben caer en fiestas como ya lo hicieron los morenistas, porque en 2020 el resultado sirve solo para ese año, recuperaron ciudades importantes y mantuvieron su derrota en otras. Ya son parte del olvido en el municipio de Huejutla, van más de 20 años fuera del poder local. Perdieron en Tepeapulco, Actopan, Tula, Ixmiquilpan y en esta ocasión no fueron ni segundo lugar, en algunos de estos municipios se convirtieron hasta en la cuarta fuerza, y son cabeceras distritales, Pachuca y Tulancingo tienen victorias parciales muy cuestionadas. En municipios como Tezontepec de Aldama acariciaron el último lugar de la competencia.
Si 2020 no fue igual que 2018, ¿por qué 2021 tendría que ser como 2020?, ¿o 2022?. Efectivamente en Hidalgo, habrá elecciones en 2021 para elegir Congreso Local y de paso diputados federales, en 2022, elección de Gobernador, en las que todo puede pasar, pensar en un resultado basado en uno previo sea exitoso o desastroso es un error de calculo fatal, una vez que sin querer ya vivimos en la normalidad democrática a pesar del juez.