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Opinión

Con ‘A’

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Gabriela Cruz Valdés

“No tendría que ser así, pero así es…”, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum durante el discurso que pronunció por sus cien días de gobierno, en el que respondió a quienes le han criticado que ahora se destinen más apoyos económicos a las mujeres y no a los hombres.

Recordó que, históricamente, las mujeres han sido relegadas. En su mayoría, ellas son quienes cuidan la casa, se hacen cargo de hijas e hijos; muchas veces, son quienes trabajan y las únicas proveedoras en la familia; entre otros argumentos.

También mencionó que, ahora que México tiene “presidenta con a”, ingenieras, licenciadas, doctoras… “y comandanta suprema de las Fuerzas Armadas”, se tiene un país en el que la igualdad sustantiva es una realidad. Después, declaró que este 2025 es el Año de la Mujer Indígena.

En este mensaje, el lenguaje juega un papel primordial para dejar claro que, sí, el panorama para las mujeres está cambiando en México, por lo menos en el discurso; sin embargo, hay un abismo entre el decir y la realidad en todos los ámbitos de la sociedad.

Todo esto impulsó mi curiosidad por indagar el origen etimológico de la palabra ‘mujer’ y el significado que se le da en el diccionario, para saber qué tanto se apega a nuestros entornos actuales. Primero, encontré que no soy la única curiosa, hay otras personas estudiosas de la lengua que han sentido el mismo impulso. Después, tristemente, descubrí significados poco alentadores.

Debido a la dinámica de la lengua, particularmente del español, muchos significados van tomando forma conforme a los usos y fonemas; es el caso de la palabra ‘mujer’, a la que, de acuerdo con quienes se han dado a la tarea de investigar la raíz, se le atribuye un origen del latín mulier, muliēris, relacionado con ‘mollis’, cuyo significado es “blando o aguado”. Así, se relaciona con adjetivos como “suave, blando, blandengue…”, lo que refuerza la idea de la mujer como “sexo débil”.

Además de esta definición etimológica, la Real Academia Española, en su Diccionario de la Lengua en línea, le atribuye a la palabra ‘mujer’ un significado más ordinario: “Persona del sexo femenino”. Luego, añade algunas locuciones que dan miedo: Mujer de la calle, que significa prostituta que busca clientes en la calle. Mujer de gobierno, que significa criada. Mujer de punto, que significa mujer honrada y decente. Mujer del partido, que significa prostituta. Mujer fatal, mujer seductora. Mujer objeto, que es valorada por su atractivo sexual. Mujer pública, prostituta. Pobre mujer, mujer de cortos talentos e instrucción, o de poca habilidad y sin vigor…

Si seguimos con los sinónimos o afines, la RAE expone: Hembra, fémina, vieja, chino; esposa, señora, cónyuge, consorte.

No se trata de defender una postura feminista, sino exponer cómo el lenguaje impacta en las relaciones y comportamientos sociales, al grado de sentenciar acciones encaminadas a dignificar a un grupo social que merece una posición igualitaria por derecho humano.

Ya para rematar, si en el diccionario se busca la palabra ‘hombre’, el hallazgo es más simple y determinante; incluso, el término es genérico, se atribuye al ser humano, sin acepción: “Ser animado racional, varón o mujer”. En las locuciones no hay “prostitutos” ni términos afines, y sus sinónimos son: Humano, individuo, mortal, sujeto, persona, ser. Varón, señor, caballero, macho. Adulto, mayor. Marido, esposo, compañero.

Hasta aquí, en mi búsqueda del significado y origen de la palabra ‘mujer’, aunque ya conocido de facto, el hallazgo fue poco alentador.

Continué con los términos “indígena” e “igualdad sustantiva”, que también fueron enfatizados por la presidenta Sheinbaum en su discurso. Entonces, surgieron otros significados, significantes, contextos y argumentos que dan para escribir mucho más; sobre todo, para argumentar que no solo se requiere de apoyos económicos, leyes y programas gubernamentales, sino de acciones desde lo particular, desde el núcleo social, la familia, para que la palabra ‘mujer’, como muchas de nuestro vasto lenguaje, sea resignificada hacia una concepción actual, digna de lo que verdaderamente implica ser mujer y existir como tal, aunque, como dijo la presidenta con a: “No tendría que ser así, pero así es…”.

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