Opinión
El precio de no escucharnos: una reflexión necesaria sobre salud mental y humanidad

“La verdadera crisis no está afuera, está ocurriendo en el interior de millones de personas que y no saben cómo sentirse”
Vivimos en una época donde la forma de vivir disfrazó al dolor, donde el silencio interior se volvió extraño y donde muchos caminan con el cuerpo agotado, la mente saturada y el espíritu desconectado. Es una paradoja dolorosa: nunca habíamos tenido tantas herramientas, pero tampoco habíamos estado tan lejos de nosotros mismos.
Hoy, más que nunca, necesitamos recordar una verdad simple y profunda: la vida nos sostiene desde el cuerpo, se procesa en la mente y se dignifica en lo social. No somos partes separadas; somos una unidad que pide equilibrio.
Esa es la invitación esencial que nos deja la psicoterapia, recordándonos que el cuerpo no es un accesorio de la mente, sino un territorio vivo donde se alojan nuestras memorias, tensiones, deseos, duelos y búsquedas más íntimas.
Una problemática que ya no podemos ignorar
Las cifras globales sobre ansiedad, depresión, estrés crónico y violencia emocional revelan una sociedad herida. Personas jóvenes que no saben nombrar lo que sienten. Adultos que sobreviven desde la inercia. Comunidades enteras conviviendo con el trauma como si fuera algo “normal”.
Se nos enseñó a ser fuertes, pero no a ser conscientes. A resistir, pero no a sentir. A avanzar, aunque doliera caminar.
El resultado es evidente: cuerpos tensos, mentes inquietas, vínculos frágiles. Y aun así, nos seguimos exigiendo funcionar como si nada pasara.
La responsabilidad que nadie puede tomar por nosotros
El desarrollo personal no es un lujo: es un acto de responsabilidad. Responsabilidad con nosotros mismos y con quienes nos rodean.
Trabajar en nuestro bienestar no consiste en evitar el dolor, sino en aprender a escucharlo. Implica reconocer que:
*El cuerpo habla antes que las palabras.
*Las emociones avisan antes de que llegue el colapso.
*La mente se fatiga cuando la obligamos a sostener lo que no nombramos.
La psicoterapia nos enseña algo muy importante, que el cuerpo recuerda lo que la razón intenta olvidar, pero también nos muestra que dentro de ese mismo cuerpo están nuestros recursos para recomponernos, reequilibrarnos y volver a sentirnos vivos.
Un camino posible para transformar la vida
No existe un manual perfecto para sanar, pero sí hay caminos. Y uno de ellos comienza con una pregunta honesta:
¿Qué parte de mí he dejado de escuchar?
El cambio no surge del esfuerzo desmedido, sino de la autoconciencia: de atender la tensión en los hombros antes de que se vuelva desesperación, de notar la respiración entrecortada antes del ataque de ansiedad, poder reconocer el cansancio emocional antes del quiebre.
Cuando recuperamos la capacidad de habitarnos, también recuperamos la esperanza.
Un llamado urgente y humano
Este texto no es solo una reflexión: es una invitación. A ti, que lees. A quienes acompañan procesos. A quienes sobreviven en silencio. A quienes aman, educan, trabajan y sostienen.
Necesitamos construir una sociedad que comprenda la salud mental como un derecho, no como un favor. Una sociedad que normalice pedir ayuda. Una sociedad que recuerde que el bienestar es un camino de vida y no un destino predeterminado.
El cambio es posible. Y empieza, inevitablemente, por un acto íntimo y valiente: volver al cuerpo, volver a la emoción, volver a la propia historia con compasión.
Porque cuando nos habitamos de nuevo, también encontramos la fuerza para transformarnos.
Rosaura Guadalupe Cerecedo Cajica







