Hidalgo
Guillermo Rosell, el gobernador que golpeó y encerró a cientos de jóvenes

César Peña
Pachuca, 23 de abril.- Guillermo Rosell, el gobernador que golpeó y encerró a cientos de jóvenes. Criminalizó a este sector, a quien acusó de pandilleros, comunistas y de lo que pudo, pero no, su único delito era ser pobres y andar en la calle cuando lo hacían también las patrullas.
Su periodo como mandatario de 1981 a 1987, se caracterizó por perseguir y detener a cientos de muchachos, sobre todo de áreas urbanas, quienes eran golpeados y mandados a las galeras y luego, curiosamente, a trabajar como castigo, sobre todo en ciudades como Pachuca y Tulancingo.
Con el garrote y la intolerancia, Rosell de la Lama implementó las “razzias” nocturnas que en realidad iniciaban desde las 5 o 6 de la tarde, destinadas a pacificar las ciudades en los tiempos que la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH), el grupo de choque del Gobierno infiltrado en la Universidad hidalguense, hacía de las suyas.
“La realidad es que se simulaba atacar el problema del vandalismo cuando por otro lado se toleraba y hasta se promovía el de la FEUH”, indicaría Roberto Herrera Rivas, ex fotógrafo hidalguense desaparecido, quien vivió esa negra época siendo estudiante.
Con las libertades totalmente restringidas, sólo se permitía la propaganda del PRI aunque fueran tiempos electorales. “Si eras del PPS, PSUM o de cualquier otro partido o grupo, eras detenido y encarcelado”, refirió Javier Estrella Olvera, ex líder pepesista.
Los testimonios sobre la represión de Rosell de la Lama, abundan, sobre todo, los que lo acusaban de detener a cientos de jóvenes inocentes para ponerlos a trabajar de manera gratuita en los edificios gubernamentales que se edificaban en ese momento.
“Lo hizo para no pagar mano de obra y nos ponía a trabajar como presunto castigo por algo que no habíamos hecho”, aseguró Edmundo García, habitante de la capital hidalguense quien cayó en las manos de una de estas famosas redadas en el año de 1983.
Él, como tantos otros, vivieron en carne propia la represión de un gobierno que sólo por ver a jóvenes en la calle de colonias y barrios populares, sobre todo jóvenes, eran subidos a las llamadas “perreras”.
“Sí por el hecho de caminar ya eras sospechoso, imagínate lo que pasaba si te agarraban entregando propaganda de izquierda o promoviendo alguna marcha o plantón, simplemente te pegaban hasta el cansancio y no veías a tu gente por meses”, sostiene Estrella Olvera.
La simulación de estos operativos eran evidentes pues pocas veces eran detenidos los miembros de la FEUH pese a que no sólo cometían crímenes como asesinatos, sino que hasta portaban armas de fuego a plena luz del día como documentó Alfredo Rivera en “La Sosa Nostra, historia del porrismo en Hidalgo”.
La mayoría de esos lidercillos, se convirtieron con el paso del tiempo, en funcionarios del Gobierno Estatal donde hicieron carrera. Uno de ellos, hasta fue gobernador, pero nunca pagaron por sus tropelías.
La juventud fue golpeada, ultrajada, limitada en sus libertadas y prácticamente silenciada debido a esta política represora de un gobernador como Rosell de la Lama, cuyo únicos aciertos fueron construir la sede del World Trade Center México y el Polyforum Cultural Siqueiros desde su profesión como arquitecto.