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«La Civil», la película mexicana, que describe el terror que están viviendo las familias de los desaparecidos en México.

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Redacción, 24 de mayo.- Como un doloroso reflejo de la realidad, Cielo (Arcelia Ramírez) le pregunta a la encargada del depósito de cadáveres qué sentirá la madre que verá a su hija solo en la cabeza cercenada que yace en una plancha. Igual, se desespera frente al agente del Ministerio Público, fastidiado e indiferente, a quien le ruega atención, después de horas de estar esperando para poner una denuncia. Con los militares demanda auxilio, y la respuesta viene con métodos fuera de la ley.

Cine político hecho en México, La Civil (La Civil, 2021) es un relato austero y sobrio sobre el infierno por el que deben atravesar las personas que, en el país, presentan denuncias por familiares desaparecidos. Así como Beth (Sissy Spacek) busca a su marido en Chile, tras la caída de Allende en Desaparecido (Missing, 1982), Cielo sigue su propio viacrucis para encontrar a la hija que un día ya no regresa a casa. En cambio, la señora es interceptada por un joven delincuente El Puma (Daniel García) que le pide un rescate, que no se cumple, para después pedirle más dinero, a cambio de regresarle a su hija.

En esta producción rumano mexicana, la directora Teodora Mihai y el coguionista Habacuc Antonio de Rosario arman un entramado detectivesco basado en la tragedia de la vida real de Miriam Rodríguez, una mujer tamaulipeca que, tras encontrar por sus medios despojos cadavéricos de su hija secuestrada, fue asesinada en el 2017 por los mismos criminales que se la llevaron.

En esta ficción calcada de la realidad, Cielo debe convertirse en la investigadora, como única solución posible, ante la indiferencia de las autoridades, rebasadas por el problema de las desapariciones, y derrotadas frente al monstruo de tamaño descomunal de la delincuencia organizada, al que no pueden combatir.

Todo es como una disección de esta crisis humanitaria en el país, en la que se muestran todas las etapas que deben pasar los familiares para ser revictimizados, y atravesar una y otra vez por la angustia insoportable de la ausencia que los deja en una incertidumbre de horror. ¿Cómo estará, qué estará sufriendo, estará muerta ya? La madre se plantea todas las preguntas sobre la suerte de su hija pero, para desesperación general, nadie encuentra la respuesta.

En este escenario, geográficamente indefinido, pero que se adivina en el norte de México, se resalta la intervención del Ejército que se ha convertido en la corporación estrella en el combate a los criminales desde la década pasada. La institución castrense, con sus elementos bien entrenados y con armamento adecuado, es la única que puede hacer frente a los malhechores. Pero ante la debilidad del sistema legal, debe recurrir a sus propios métodos muy parecidos a los de los empleados por el bando de los antisociales, formas que, tácitamente, son aceptadas por Cielo que desea ver resultados, a cualquier costo. Al adentrarse en el caso, se van deformando sus límites morales, y termina por aceptar hechos que, sabe, sin ilegales.

Arcelia Ramírez da el registro preciso de un ama de casa común que, de pronto, tiene que sostener el peso del mundo, cuando se decide a emprender las pesquisas y se ve inmiscuida en hechos de violencia que jamás supuso que atestiguaría. La actriz se ve crispada y al borde del colapso, aunque en la mirada mantiene una chispa retadora que la impulsa a aproximarse inconscientemente al peligro, dispuesta a jugarse lo poco que le queda.

Sorprende la magnífica interpretación del regiomontano Daniel García como el imberbe y desalmado caco que, con exasperante cinismo, juega con la desesperación de la madre a la que le exprime dinero, intimida y de quien termina burlándose, cuando le cuestiona sobre el fin de la chica.

La tragedia se renueva a diario en el corazón de Cielo, porque todo lo que se sabe del caso son rumores, suposiciones, trascendidos. Tal vez la niña ya no está porque se lo merecía. Igual que ocurre en el teatro cotidiano del país.

La Civil es una cinta de exportación que estruja y que debe provocarle enorme vergüenza al Gobierno Federal, que está retratado en su justa dimensión de incompetencia ante un problema que provoca dolor y derrama sangre, y que pretende resolver con abrazos.