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Paramadvaiti Swami, líder religioso de origen alemán era adorado entre sus fieles, pero era un agresor sistemático de mujeres.

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Redacción, 31 de Julio.- La comunidad de los Hare Krishna, una nueva religión que se ha extendido por todo el mundo gracias a sus enseñanzas espirituales que predican la santidad del alma sobre el cuerpo, esconde detrás de una de sus más grandes figuras un escándalo por abusos y agresiones sexuales que no podría distar más de los principios que enseñan.

Estas acusaciones se centran en un personaje que por años ostentó uno de lugares de mayor privilegio entre los grandes maestros de la corriente Vaisnavismo Gaudiya (visnuísmo de Bengala), Ulrich Harlan, un líder religioso de origen alemán que es mejor conocido por sus discípulos como Paramadvaiti Swami, y que tuvo especial impacto en Latinoamérica como fundador de la orden Vrinda, una organización religiosa enmarcada dentro del krisnaísmo (adoradores de Krhisna).

Harlan, cómo la mayoría de líderes religiosos que predican su doctrina, tomó votos de castidad y celibato, al considerar que el cuerpo de los gurús más cercanos a Dios, es decir a Krishna, debe mantenerse como un templo sagrado, libre de cualquier tipo de pecado o de energía negativa que puede derivar de los encuentros sexuales con otras persona. Pero, no obstante a este voto de castidad, Harlan, al que también se le conoce como el Guru Maharaj, tiene en sus hombros por lo menos cinco demandas penales por violencia sexual, tres en Colombia, dos en Ecuador, una en Perú, además de un informe sobre delitos sexuales presentado ante el FBI en Estados Unidos que lo señala como un presunto abusador.

Pero para entender cómo llegó un de los más grandes y seguidos gurús espirituales del mundo a ser acusado de sistemáticos casos de violencia sexual, primero debemos comprender cómo funciona esta religión y cómo este personaje llegó a ser tan relevante entre los Hare Krishna.

¿Qué son los Hare Krishna?

La doctrina Hare Krishna es el nombre con el que popularmente se les conoce a los seguidores de Krishna, una de las manifestaciones corporales de Dios en la tradición hinduista.

Krishna (un adjetivo que significa ‘negro’), es una forma de Dios de piel oscura y dos brazos. Es la suprema entre todas las personalidades de Dios, de acuerdo con los krisnaístas.

En esto difiere con otras formas de hinduismo, como los visnuistas, que consideran a Visnú -la forma de Dios de piel azul y cuatros brazos, capaz de adoptar distintas personalidades todas iguales en divinidad- como el Dios supremo, y a Krishna como uno de sus avatares.

Pero según el Vaisnavismo Gaudiya (o visnuísmo de Bengala) -doctrina predicada por Paramadvaiti Swami- la relación entre Krishna y Visnú es al verse, siendo el último una manifestación majestuosa del primero.

En ambas corrientes se considera que las personas son en esencia almas, es decir, entidades no materiales de naturaleza espiritual. Cómo las almas no pertenecen al mundo material, que está lleno de muerte, sufrimiento e ignorancia, el fin último de la vida es trascender a un plano espiritual perfecto, donde hay vida eterna feliz y llena de conocimiento.

Para lograr esto hay que buscar una convivencia armónica con Dios, (Visnú o Krishna según la creencia) renunciando a ciertos placeres propios del cuerpo que son los que causan el sufrimiento.

El boom de estas religiones en occidente se dio durante la década de los 60, especialmente con la fundación en 1966 de ISKCON (acrónimo en inglés para Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna) y gracias a las influencias en la cultura pop que introdujeron personalidades como The Beatles, Eric Clapton, The Rolling Stones, y muchas otras que tras viajar a la India y entrar en contacto con esta filosofía, la incorporaron a sus creaciones artísticas, su forma de vestir y su estilo de vida.

De una manera muy simplificada, la filosofía Hare Krishna se caracteriza por seguir cuatro principios fundamentales: ser vegetariano, no jugar juegos de azar, no consumir drogas, y no tener relaciones sexuales ilícitas.

Su meta entonces es desarrollar una relación amorosa con Krishna a través del bhaki yoga (es decir la ‘devoción’ o el ‘servicio devocional), renunciar en su nombre a las cosas terrenales como las posesiones materiales o la vanidad (razón por la que muchos hombres se rapan la cabeza y las mujeres llevan túnicas que les cubren el rostro) y buscar acercarse lo más posible a su deidad.

En este camino la figura del Gurú es fundamental porque este maestro llega a ser casi como una manifestación misma de Krishna, al considerarse como el ser más cercano a este Dios, pues es capaz de transmitir sus enseñanzas.

De Ulrich Harlan a Paramadvaiti Swami

Ulrich Harlan nació el 12 de octubre de 1953 en Ostercappeln (Alemania) de una familia de docentes. Su primer contacto con los textos sagrados de Vaisnavas fue a la edad de 14 años.

Intrigado por las enseñanzas de esta nueva religión se trasladó a Francia y en 1972 (a los 18 años de edad) fue iniciado por el propio fundador del movimiento Bhaktivedanta Swami Prabhupada.

Su primer nombre fue Álanath Das Brahmachari, el cual indicaba que era un sirviente de su maestro y había tomado el voto del celibato estricto al momento de su iniciación.

Por ese tiempo se volvió uno de los pioneros en la prédica del vaisnavismo en Alemania del Este (para es entonces Comunista) así como en varios países de Sudamérica, donde luego ampliaría su influencia.

Tras la muerte de Bhaktivedanta Prabhupada en noviembre de 1977 decidió profundizar sus estudios en la India con el gurú Srídhar Majarash, hermano espiritual de su antiguo maestro. Él le cambió el nombre a Bhakti Aloka Paramadwaiti Swami.

Junto con otros discípulos de Srídhar Majarash, Ulrich fundaría la misión Vrinda, el Instituto Superior de Estudios Védicos y cofundaría la Asociación Mundial Vaisnava, que reúne a todas las asociaciones y misiones vaisnavas alrededor del mundo.

Fue aquí que ya se constituyó como una personalidad en el mundo Krishna, fundando templos de Vrinda en países como Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, España, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, India, México, Nicaragua, Perú, Paraguay y Venezuela.

Así, Paramadwaiti Swami llegó a ser el gurú krishna más reconocido en América, y uno de los más poderosos de todo el mundo.

Las denuncias

Los escándalos sobre abusos sexuales del gurú Paramadwaiti Swami explotaron por primera vez en agosto de 2018, cuando una chica peruana se atrevió a denunciarlo por haberla tocado indebidamente sin su consentimiento.

Aunque esta denuncia pasó relativamente desapercibida en un primer momento, poco menos de un año después, en 2019, el canal de televisión América TV de Lima (Perú) publicó un informe donde recogía ese testimonio y el otras tres mujeres más que motivadas por la denuncia de la primera chica se animaron a contar los abusos de los que también habían sido víctimas.

Esa primera valiente se identificó como Radha Kunda, y contó cómo desde los 11 años había estado sirviendo en Vrinda -la organización de Ulrich- a la que llegó de la mano de su madre.

“Cuando estaba por cumplir 15 me hizo prometer no tener ningún tipo de relación amorosa, nos estaban cuidando de esa forma”, dice la joven, describiendo el gran interés que tenía el gurú por todos los aspectos de la vida de sus fieles, en especial las relaciones amorosas de sus discípulas.

Una noche de 2017 durante su estancia en un templo de Caracas (Venezuela) Kundra fue llamada para realizarle masajes al gurú, una práctica vista cómo normal entre la comunidad.

Pero ella cuenta que se estremeció y quedó petrificada cuando él la tocó en sus partes íntimas.

“En un momento puso su mano por debajo de mi falda y desató mi pantalón, yo no entendía qué estaba pasando”, relata.

Esa práctica de Ulrich, de utilizar los masajes para tocar a sus discípulas, es un testimonio recurrente en la mayoría de las mujeres que se han atrevido a hablar. Todas señalan además que el momento en que su maestro las tocaba les inducía una especie de shock, pues él era como un padre para ellas, al que debían amar, respetar, venerar, y que debía velar por ellas.

Creer que fuera capaz de algo indebido era casi que impensable, y criticarlo o pensar mal de él era considerado como una ofensa grave que podría llevar a la muerte espiritual.

“Él estaba tocándome las partes íntimas, entré como en un shock, ni siquiera lo estaba masajeando, estaba como que… y cuando me dolió fue que di como un salto, como que algo está pasando y me alejé”, continúa Kundra.

Otra técnica empleada por Ulrich para abusar de sus discípulas era aprovechar los trayectos en carro o en bus, pues frecuentemente se está desplazando de un lugar a otro, siempre acompañado.

“Yo tenía puesto un poncho azul y él deslizó su mano debajo de mi pierna y frotó su mano en mi pierna cerca de la ingle. Lo hizo repetidas veces, me quedé helada, porque no es una actitud propia de un maestro para una discípula”, le dijo a América TV Sita Devi Dasi de Ecuador.

Otro testimonio, recogido por Las Igualadas, una sección de investigación feminista de El Espectador en Colombia, cuenta que esto mismo le pasó a una mujer que identifican como Carmen, entre 2015 y 2017. Sucedió por primera vez en un viaje a Europa a donde Ulrich le pidió que lo asistiera, lo que significaba hacer literalmente todo lo que él le ordenara.

En ese viaje durante un trayecto en Bulgaria Ulrich empezó a tocarle la vagina en un carro donde iban varias personas. Eso se repitió varias veces durante esos años ya de regreso a Colombia.

Para hacerlo extendía la tela que le cuelga del cuello, con la cual se viste y simboliza su voto de celibato. Con eso se tapaba las manos y los genitales de él y su víctima, a veces incluía maltrato físico, aplastando su pie contra el pie de su discípula para forzarla a dejarse tocar.

Eso también le pasó a Yadira en enero de 2012 en un trayecto a Cartagena (Colombia) y luego en 2016 en un viaje en carro de Manizales a Pereira, donde le soltó el pantalón, metió sus dedos en la vagina de ella y lo hizo tocarlo hasta que eyaculó.

La mujer que lo denunció ante el FBI se identifica como Rasadhari. Cuenta que trabajó 7 años en el templo de Ecuador sin ningún tipo de remuneración. Cuando murió su esposo fue a llevar sus cenizas a la India y Harlan se ofreció para acompañarla.

“En pleno vuelo Harlan se acercó a mí y sin ningún tipo de consentimiento me tocó la pierna izquierda, cerca de la entrepierna y moviendo su mano hacia mis partes íntimas”

Ella lo detuvo de inmediato, diciéndole que estaba muy incómoda y él le respondió que la estaba tocando como si un niño tocara a su madre, luego le dio unas palmadas y la dejó.

Ella comunicó lo sucedido a las madres del templo en India le dijeron que pudo ser un malentendido y que no hablara más de eso. Pero ella decidió reportar el caso a la embajada Alemana en los Estados Unidos, donde actualmente reside, y al FBI denunciando a Harlan como un abusador sexual.

Estos primeros testimonios ocasionaron un cisma en la comunidad Hare Krishna latinoamericana, uno de los lugares del mundo donde creció más fuerte la organización Vrinda que dirige Ulrich.

En Facebook se pueden encontrar páginas como “Ex-Hare Krishna” o @liberandoverdades (“Yo SI TE CREO”) donde se replican los numerosos testimonios que han salido a la luz desde que estas primeras mujeres se atrevieron a denunciar penalmente los abusos sistemáticos del supuesto gurú.

Incluso se encuentran páginas en internet como vrindaleaks.blogspot.com y vrindatestimonios.blogspot donde se publican testimonios completos y detallados que coinciden en estos “modus operandi” del Ulrich.

Un anónimo, escrito por otra colombiana en “vrindatestimonios”, cuenta cómo su “larga cadena de abuso” comenzó con un tocamiento en unos termales en India, un episodio que ella prefirió ignorar y tratar de borrar de su memoria. Pero a partir de ahí todo escaló, pues su silencio, interpretado como obediencia, le dio carta abierta a Ulrich para abusar de ella.

“En ese momento él supo que podía aprovecharse de mí y que yo no iba a hablar. ¿Cómo iba a cuestionarlo? Él, ¡quién era el representante de Dios mismo! Esa fue mi creencia. Yo estaba obedeciendo lo que él me pedía y de esta manera yo estaba haciéndolo bien”, escribe.

Y agrega: Después todo empeoró, luego me besó, tocó mis senos, mis genitales, me hizo tocar los suyos. Esto lo hizo repetidas veces durante alrededor de un año.

En ese largo testimonio, se hace énfasis en la capacidad de manipulación de Ulrich y en el cinismo de poder predicar celibato y castidad casi inmediatamente después de haber violentado sexualmente a una discípula.

En Infobae hablamos por chat con @liberandoverdades, una de las cuentas de Facebook dedicadas a amplificar estas denuncias y nos contaron, bajo la condición de reserva de su identidad, que Ulrich se encuentra actualmente en Alemania, y que permanece en uno de sus templos en Berlín.

Desde ahí sigue haciendo seminarios en vivo y predicando su doctrina, minimizando las denuncias penales que tiene a cuestas en por lo menos tres países suramericanos. Así mismo, Vrinda sigue activo pues aún no hay un veredicto de la justicia de ninguno de estos países que les impida operar.

“Nos parece muy importante advertir a la mayor cantidad de personas sobre lo que ha sucedido. La secta de Harlan sigue vigente y ahora están atrayendo personas nuevas que corren peligro de vivir abusos de poder, abuso sexual y explotación laboral como ocurrió antes”, nos dijeron desde @liberandoverdades

Tal vez la única consecuencia que ha tenido hasta ahora Ulrich Harlan o Paramadvaiti Swami es haber sido despedido como líder de la Asociación Mundial Vaishnava, la organización que ayudó a fundar y le dio estatus global a su misión evangelizadora, pero aunque ya no ostente su dignidad sigue teniendo su protección y usando sus templos y Aldeas Eco Yoga para vivir.

“A los hindúes les ha costado creer que son verdad las acusaciones que se hacen, además Ulrich les dice que no es tan grave como se dice, sino que fueron abrazos y masajes”, nos contaron en @liberandoverdades

Como siempre en estos casos la justicia avanza lenta y no siempre se corresponde con la verdad, lo cierto es que siguen apareciendo testimonios de mujeres en todas partes de Latinoamérica que se identifican como víctimas de este supuesto gurú espiritual, que tras su túnica de celibato, disfrazó su voraz apetito de abusador sexual.