Opinión
Nuestra tatarabuela Lucy

César Peña*
Imaginar las condiciones de vida en las que vivió la tatarabuela de la humanidad bautizada por la ciencia como Lucy, es algo que cuesta trabajo, sobre todo por las dificultades en las que tuvo que sobrevivir hace 3.2 millones de años.
Siendo de hábitos arborícolas, nuestra parienta era acosada por la infinidad de depredadores que existían en la pradera que iban desde grandes felinos hasta reptiles que no dudarían en hacer de ella y su familia, un bocado.
Cuando se encuentran los restos de Lucy allá por 1974 en Etiopía, se descubrió que vivía con un grupo más amplio compuesto quizá por hermanos, hermanas, tíos, padres, sobrinos, etcétera, haciendo un hallazgo más amplio de 13 homínidos pertenecientes a la especie Australophitecus afarensis.
Con ella, la ciencia confirma que la familia monógama no existía ni de cerca y se trataba en todo caso, de familias amplias con organizaciones parecidas a los primates, aunque es difícil saberlo ante la falta de mayores datos.
A una distancia del lugar donde perdió la vida Lucy a la edad de unos 17 años, luego de caer de un árbol donde seguramente se resguardaba la mayor parte del tiempo y donde dormía y se alimentaba, se encontró un hallazgo parecido de 8 personas más, datadas en fechas parecidas, confirmando la existencia grupal de nuestra tatarabuela.
A la edad de su deceso, se descubrió que Lucy había tenido un par de hijos de los que descienden también toda la raza humana, pero de las cuales no hay mayores registros fósiles, aunque tuvieron que haber sobrevivido hasta la edad reproductiva para seguir perpetuando la especie.
No hay que olvidar que el homínido de Lucy se alimentaba básicamente de semillas y frutos silvestres lo mismo que de especies pequeñas de animales siendo propiamente recolectores y cazadores.
La vida era complicada, aunque relativamente fácil si se compara con el desarrollo posterior del hombre al desarrollar la agricultura allá por el año 12 mil 500 en el Neolítico, ya que invertía menos tiempo en su alimentación que cuando ya pudo sembrar.
Como sea, estar bajo acecho de animales salvajes día y noche hizo de nosotros unos seres atentos a los peligros y generó la protección grupal y coordinación que más tarde nos ayudarían a sobrevivir.
* Escritor, periodista, economista y divulgador de la ciencia.