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Monja ayudaba a sacerdotes seleccionando a los niños que serían abusados

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Argentina, 2 Agosto (Staff Paradigma).- Este caso puso al descubierto  los abusos, vejaciones y maltrato a niños incluso menores de cinco años en el Instituto Provolo de Mendoza en Argentina, los testimonios de las víctimas siguen sorprendiendo a la fiscalía y cada día se suman más denunciantes.

De acuerdo con el diario El País las víctimas se han atrevido a hablar, venciendo el miedo y el terror que les causa aún enfrentar a sus agresores, el cura Nicolás Corradi y la monja Kumiko Kosaka, quien aseguran golpeaba a los menores para “probarlos”, los que aguantan las golpizas se salvaban y los sumisos eran entregados a los sacerdotes.

De acuerdo con los testimoniales, la monja se encargaba de “probar a los niños” para entregarselos a los curas, entre ellos Corradi. Los golpeaba para concer a los más débiles que eran los que eran violados en un lugar del instituto llamado “La Casita de Dios”.

Años atrás victimas y familiares intentaron denunciar lo que pasaba dentro del instituto pero nunca fueron escuchados el cura Nicolás Corradi era prácticamente un protegido de la iglesia; sin embargo tras la ola de denuncias que se lograron fueron finalmente detenidos y encarcelados, el proceso continúa en su contra y cada día se suman más testimonios.

Los niños que acudían al insttitito eran vivían en la pobreza y la miseria el centro era la salida, el lujo y la oportunidad de tener algo. Cuando eran abusados los niños eran amenzados para no decir nada de lo que pasaba ahí dentro.

La madre de una de la víctimas, Cintia, denunció los abusos desde 2008 y no fue hasta el 2016 cuandolas autoridades entraron en el Provolo para detener a los curas y cerrar el centro, los investigadores encontraron semen en la ropa interior de una menor.

Cintia señaló que los abusos llegaron hasta el último día, y solo se frenaron de casualidad, porque una menor le contó todo a una intérprete justo cuando estaban en un edificio con el fiscal y la vicegobernadora al lado. Fueron rápidamente a explicárselo a ellos y se inició la causa. Una víctima llevó a otra y todas fueron confesando en un efecto dominó. La Iglesia nunca hizo nada por pararlo.