Opinión
Nosferatu, el renacimiento de clásico del cine
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“¡Nosferatu! ¿No suena este nombre como el llamado de la muerte a medianoche? No lo pronuncies en voz alta, o las imágenes de la vida se convertirán en pálidas sombras y las pesadillas se levantarán para alimentarse de tu sangre.” (Nosferatu. F.W. Murnau).
La primera película que he visto en una sala de cine en este 2025, es, Nosferatu, dirigida por Robert Eggers. Es, la segunda versión inspirada en el clásico del cine silente, obra de F.W. Murnau: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (Nosferatu: Una sinfonía del horror); estrenada en Berlín, en 1922. El primer remake se estrenó en 1979, y es autoría del alemán Werner Herzog: Nosferatu: Phantom der Nacht (Nosferatu, vampiro de la noche).
Me resultó pertinente hacer una rápida revisión de lo que han sido las dos versiones anteriores este clásico. La primera, es una obra maestra del expresionismo alemán, el primer Nosferatu cinematográfico es un referente, no solo para el cine vampírico, lo es también para el cine de terror, desde luego para las narrativas del cine de la primera mitad del siglo XX.
Nunca fue secreto que Murnau se inspiró en la novela de fantasía gótica escrita por el irlandés Bram Stoker: Drácula; publicada por vez primera en 1897. El mismo programa de presentación para el estreno de Nosferatu, indicaba que se trataba de una adaptación libre de la novela de Stoker. No hay mensajes ocultos en su trama, ni nada que no se incluyera en el Drácula literario, solo algunos cambios de forma, pero no de fondo en la historia original.
El Conde Orlok, creado por Murnau, pasó a la historia como la primera gran estampa terrorífica del cine. Orlok, no tiene nada que ver con la imagen del vampiro que planeta Bram Stoker en su obra. El Conde que nos dio Murnau, con su figura encorvada, con esas uñas largas, y ese rostro inhumano, marcaron el rumbo del cine fantástico y de terror.
Werner Herzog, retomó a finales de los años setenta al silente Nosferatu, para crear la segunda versión de este clásico. La cual, resulta toda una experiencia audiovisual. La fotografía es magnífica, autoría de Jörg Schmidt-Reitwein. Y, la música original de Nosferatu: Phantom der Nacht; es de colección, obra del grupo alemán Popol Vuh (sí, como el libro sagrado de los mayas); misma que ofrece una atmósfera llena de misticismo cuasi religioso. Este filme tiene como protagonistas a Isabel Adjani, Bruno Ganz y al actor fetiche de Herzog, Klaus Kinski, quien encarnó al Conde Drácula, con un aspecto muy similar al Orlok de Murnau.
Sobre la recién estrenada Nosferatu, solo hay que verla y disfrutarle. No hay necesidad de explicar el final, los finales de las películas no tienen porqué ser explicados. Tampoco es necesario recurrir a la filosofía o a la psicología para encontrarle algún trasfondo. Robert Eggers, su director, ofrece, de forma muy particular, su propia versión de un clásico que ha marcado la historia del cine, homenajeando a Murnau, presentado a un Orlok, digno de la evolución cinematográfica.