Connect with us

Opinión

SAPERE AUDE

Publicado

el

Arte: conciencia histórica, protesta y subversión

Stephany Espinosa*

A lo largo de la historia, el arte ha sido un vehículo poderoso para la protesta social, política y cultural. Como comunicador de lenguajes, ideas y significados, tiene la capacidad de conmover, concientizar y movilizar a las personas, lo ha convertido en una herramienta en la lucha por la justicia y los derechos humanos. En este contexto, la reciente destrucción de la efigie de Benjamín Netanyahu en el Museo de Cera de la Ciudad de México se presenta como un acto simbólico de denuncia que trasciende el vandalismo para convertirse en una forma de subversión política y una manifestación de conciencia histórica.

El hecho de que la figura de Netanyahu, primer ministro de Israel, haya sido destruida como parte de un acto de protesta contra el sionismo y la masacre del pueblo palestino, nos remite a una práctica iconoclasta en la que la imagen, (una escultura, manufacturada en cera), es despojada de su poder simbólico, ya que, a través de su eliminación se busca cuestionar las estructuras de poder que esa imagen representa.

La efigie de Netanyahu, como representación de un líder político que muchos asocian con las políticas represivas del impuesto Estado de Israel hacia el pueblo palestino, se convierte en un blanco simbólico. Su destrucción no es solo un acto de rechazo hacia el individuo, sino hacia todo un sistema que, para muchos, perpetúa la opresión y la violencia.

El arte, al ser utilizado como medio de protesta, se convierte en un canal para hacer visible la denuncia, creando un espacio de reflexión pública sobre la violencia y la injusticia en Palestina. Sin embargo, la reacción ante este acto de protesta ha sido diversa. Mientras algunos lo ven como un acto de vandalismo, otros lo interpretan como una reivindicación legítima del sufrimiento palestino, un grito de resistencia ante la opresión y la ocupación.

Este contraste en las interpretaciones revela el poder de la imagen y su capacidad para provocar debates profundos sobre ética, justicia y política. La repercusión pública de este tipo de intervenciones resalta la capacidad del arte para incidir en la esfera política, cultural y social.

A través de un acto que puede ser considerado subversivo, en el que se destruye una figura que muchos consideran símbolo de una ideología controvertida, el arte se convierte en una herramienta crítica, capaz de visibilizar una lucha que a menudo se ve opacada por la indiferencia. La protesta no es solo una denuncia de un acto específico, sino una invitación a reflexionar sobre el contexto histórico más amplio que da lugar a la violencia sistemática contra el pueblo palestino.

Así, el arte se erige como un espacio de resistencia, un medio para desafiar las narrativas dominantes y una forma de intervención política que utiliza el lenguaje visual para movilizar conciencias y cuestionar estructuras de poder. En este caso, el ataque simbólico a la efigie de Netanyahu no es solo una manifestación de rechazo hacia el sionismo, sino también un llamado urgente a la acción, una forma de recordar que la historia no debe ser olvidada y que las injusticias cometidas contra el pueblo palestino no deben ser silenciadas.

En última instancia, el arte como medio de protesta no se limita a la creación de obras, sino que se extiende a las acciones que desafían y reconfiguran el significado de las imágenes y los símbolos que nos rodean. La destrucción de la efigie de Netanyahu en el Museo de Cera es un claro ejemplo de cómo el arte puede trascender el espacio tradicional para convertirse en una herramienta de subversión, protesta y conciencia histórica.

Y es que, como asentó el historiador Erick Hobsbawm en su libro La era de la revolución: “En época de revolución, nada tiene más fuerza que la caída de los símbolos”…

*Historiadora.

Continue Reading
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *