Opinión
¿Franciscanos, agustinos o dominicos?

Las órdenes mendicantes en la historia de Hidalgo

Conventos y monasterios mendicantes entre 1523 y 1572. En puntos los Dominicos, en triángulos los Agustinos y en cuadrados los Franciscanos. Mapa original de Robert Ricard, La conquista espiritual de México.
La configuración del actual territorio del estado de Hidalgo, y por supuesto, su cultura, sociedad e incluso su economía, no puede entenderse sin la presencia de lo que los historiadores como Robert Ricard han llamado “la conquista espiritual de México”. Después de la llegada de los españoles al continente americano y de que estos, en conjunto con otros pueblos de Mesoamérica terminaran con el dominio de los mexicas sobre buena parte del territorio, la Corona española decidió enviar a la Nueva España, nombre que recibieron los nuevos territorios que hoy en día comprenden México y la parte sur de Estados Unidos, a diferentes grupos de religiosos con el fin de expandir ente los pobladores la religión católica.
En general, el cristianismo de la época distinguía dos tipos de miembros pertenecientes a la Iglesia católica. Por un lado, estaba el clero secular, conformados por cardenales, obispos sacerdotes, presbíteros y diáconos que viven entre la gente común (de ahí el término secular) y no realizan ningún tipo de votos religiosos, sino que únicamente siguen las reglas que su propia jerarquía interna les ordena en cuya cabeza estaba el Papa. De otro lado, estaba el clero regular, es decir, un tipo de religiosos caracterizados por el cumplimiento de votos específicos, es decir, reglas autoimpuestas que están en comunión con la fe cristiana. Además de seguir la jerarquía católica, estas personas viven en lugares en los cuales dependen de las limosnas voluntarias de las personas que no pertenecen al clero, a diferencia del clero secular que solía exigir por medio de las leyes el diezmo. Además, los religiosos que forman parte del clero regular, que reciben el nombre de frailes de primera orden, deben cumplir con tres votos fundamentales. 1) Obediencia a sus superiores, 2) castidad absoluta, 3) vivir sin posesiones, en la pobreza.
Dentro del clero regular que llegó a la Nueva España inmediatamente después de la caída de Tenochtitlán se encontraban fundamentalmente cuatro órdenes: los franciscanos, quienes llegaron entre 1523 y 1524 con el famoso grupo de los doce apóstoles, entre quienes se encontraba fray Toribio de Benavente “Motolinía”, de quien hablamos en una entrada pasada. Después, en 1526 llegó la orden de los dominicos, prosiguieron en la llegada la orden de los agustinos, en 1533, y finalmente la de los jesuitas en 1572.
Por cuestiones de espacio no hablaremos aquí de las formas en que se repartieron las misiones mendicantes por el amplio territorio de la Nueva España, sin embargo, su expansión definió buena parte de la cultura y lo que hoy se denomina como patrimonio cultural. En el actual estado de Hidalgo, los primeros en llegar, por razones antes señaladas, fueron los franciscanos, quienes fundaron el primer convento del estado, el de Tepeapulco, en 1528. La orden franciscana llegó a tener en su poder hasta 141 conventos en el país, de los cuales, además del de Tepeapulco, se levantaron en Hidalgo los siguientes: San Francisco, Tulancingo, Alfajayucan, Atotonilco, Tlahuelilpan, Tula, Tepeji del Río, Huichapán, Tepetitlán, Tecozautla, Apan y Zempoala.
En cuanto a los conventos construidos por los agustinos se calcula que hubo hasta 80 en la Nueva España, de los cuales se edificaron los siguientes en Ixmiquilpan, Mixquiahuala, Actopan, Tezontepec, Epazoyucan, Acatlán, Atotonilco el Grande, Tutotepec, Metztitlán, Molango, Xochicoatlán, Tlanchinol, Huejutla, y Chichicaxtla. En general, como las construcciones hechas por los franciscanos, la arquitectura fue ecléctica, pues tienen elementos del plateresco, el gótico, el románico, y el renacentista. Aunque solo hasta después del siglo XVII se encuentran en algunas construcciones elementos del neoclásico y el barroco.
Finalmente, cabe señalar que la orden de los dominicos nunca llegó a instalarse en el actual territorio del estado de Hidalgo, por motivos múltiples, sus actividades se dirigieron sobre todo al sur de la Nueva España, especialmente hacia las regiones mixtecas y zapotecas.
Lic. Carlos A. Carrillo Galicia
Licenciado en Historia de México y estudiante de la Maestría en Historia, ambas en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). Actualmente ocupa el cargo de instructor de Historia, Filosofía y Literatura en el Centro de Educación Continua y a Distancia (CECyD-UAEH), así como la presidencia de la Asociación de Historiadores Egresados de la UAEH.
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